domingo, 18 de agosto de 2024

¿Hacer Brujería es Malo? (continuación de El Nsila: ¿Destino o Libre Albedrío?)

Obra de Palo Monte ante la Nganga
del Tata Montenegro

Pero, si Dios no juzga, ¿significa que no existe el pecado y que podemos cometer cualquier crimen, delito o injuria en este mundo sin temor a ser castigados en el otro?

Sí y no. El Bien y el Mal existen, pero solo en la mente humana. Ninguna otra forma de vida, ni animales, plantas, hongos, etc., se rige por esos u otros conceptos abstractos. En la naturaleza, la muerte y la vida dependen una de otra, y lo que es bueno para unos siempre resulta malo para otros.

Lo que es bueno para una oveja no lo es para la hierba de la que se alimenta. ¿Es acaso mala la oveja? Lo que es bueno para el lobo no lo es para la oveja que devora. ¿Es malo el lobo? ¿Y el hombre que mata al lobo que se come a sus ovejas, es bueno o es malo? ¿Y el hombre que mata a otro hombre para robarle las ovejas y alimentar a sus hijos con ellas, es malo o es bueno?

Obviamente, lo que es bueno y lo que es malo son distinciones relativas a la experiencia individual de cada ser vivo; salvo en el caso de los humanos, que hemos creado tradiciones y leyes para regular el bien y el mal dentro de la burbuja artificial de la sociedad.

Por tanto, los pecados existen, pero como obra del hombre, no como leyes dictadas por Dios; y prueba de ello es que las leyes y convenciones sociales que los juzgan varían mucho de una cultura a otra. Para los hinduistas y budistas, por ejemplo, matar animales puede ser pecado; mientras que en Occidente no. Para los cristianos, la lujuria es pecado, pero en muchas religiones orientales, como el yoga, el taoísmo y el tantrismo, se cultiva y emplea la energía desprendida de los actos sexuales en el desarrollo espiritual. En la antigüedad, el suicidio se consideraba una forma honorable de acabar con una vida desgraciada y no fue hasta el medievo, cuando la peste bubónica diezmó la población del viejo mundo, que sus líderes religiosos, temiendo que desapareciera la civilización, decidieron excomulgar a los suicidas para reducir en lo posible las cifras de muertos.

Incluso matar a otro ser humano puede ser considerado pecado o no, dependiendo de un sinnúmero de circunstancias y de factores sociales, culturales y religiosos. Y es que el propio concepto de justicia, que define lo que es justo o injusto, crimen o castigo, legal o ilegal, etc., es una apreciación subjetiva y siempre relativa al devenir histórico de cada sociedad.

Dios no nos castigará por nuestros errores terrenales, ya que Dios Creador es todo amor y no castiga. Será nuestro propio espíritu individual quien nos condenará y mortificará con terribles pesadillas y sentimientos de culpa y humillación, tanto en la tierra como en el más allá, hasta que entendamos y superemos aquellos que consideramos nuestros pecados. De esa forma, nuestra energía espiritual podrá sublimarse y ascender, ya limpia de toda mácula terrenal, hacia la luz divina.

Actualmente, la práctica de la brujería o hechicería está prohibida legalmente en muchos países del Tercer Mundo, como Ghana, Malawi, Arabia Saudita, Tanzania, República Centroafricana y Marruecos, y castigada con multas, cárcel e incluso penas de muerte. En contraste, en las naciones desarrolladas se respeta la libertad de culto, permitiendo a las personas adorar incluso a Lucifer si así lo desean.

Existe un resurgimiento de las artes oscuras en todas partes, debido en gran medida al fracaso de las grandes religiones monoteístas, como el judaísmo, el cristianismo y el islam, así como de las ciencias modernas, en hacer de este un mundo más justo y feliz. Los sacerdotes han defraudado la confianza depositada en ellos por los creyentes, abusando sexualmente de sus hijos o convenciéndoles de que vayan a la guerra, maten y se inmolen en nombre de Dios. Mientras tanto, las tecnologías hacen estragos en la ecología y convierten a las personas en esclavos de sus productos y servicios, incapaces de sobrevivir fuera de la artificiosa realidad “civilizada”.

Brujería, hechicería y magia negra son algunos de los epítetos peyorativos que han usado las religiones monoteístas, y posteriormente las ciencias modernas, desde que aparecieron hace algunos siglos, para descalificar los cultos mágicos o chamánicos tradicionales milenarios. Estos términos han sido utilizados para señalar y marginar a sus practicantes, calificándolos de salvajes, primitivos, malvados e ignorantes, y desplazándolos y suplantándolos por sus propios credos, templos y sacerdotes.

El pensamiento mágico, el chamanismo y demás artes esotéricas, en cambio, han acompañado a la humanidad desde su alumbramiento en la noche de los tiempos, educándonos en el amor y el respeto por la naturaleza, en la autosuficiencia y la libertad. Sus variadas disciplinas emplean los conocimientos secretos acumulados durante miles de años por nuestros ancestros para curar los males del cuerpo y del alma, proteger de maleficios y espíritus oscuros, propiciar la caza, favorecer las cosechas y la fertilidad de las mujeres, atraer el amor y la armonía del hogar, resolver disputas con sabiduría y defenderse con fuerza de sus enemigos.

Brujo, hechicero, palero o chamán es lo mismo: un hombre o mujer que ama la naturaleza en estado puro, que vive en la frontera entre la civilización moderna y el mundo mágico ancestral, que conoce las propiedades de las plantas y el carácter de cada especie animal de su entorno, que trata lo mismo con gente viva que con muertos y espíritus del monte, que es autosuficiente e independiente y no se inclina ante nadie, que se rige por su propia ley y ayuda a quien le ayuda y revienta al que se le enfrenta, y protege a sus aprendices como a hijos propios, educándolos con espíritu guerrero para que se abran camino en el mundo con voluntad y valentía. No sé ustedes, pero si algo de eso es malo, entonces yo prefiero ser malo.

Saludos a todos y que Nsambi acutare,

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