jueves, 5 de septiembre de 2024

¿Quién es El Muerto?




Al igual que las ofrendas de tabaco, café y aguardiente de caña de azúcar, la misteriosa figura o concepto de El Muerto -así como suena en español; en singular y con mayúsculas- es un elemento común en todas las religiones o reglas mágicas afrocubanas, como la Santería o regla yoruba, las reglas congas o de Palo Monte, la regla Abakuá y el Espiritismo Cruzado. Aunque carezca de traducción exacta o equivalencia directa en los distintos dialectos africanos (bantúes, yorubas, nigerianos, etc.) que se hablan en Cuba.

Cada cultura africana que arraigó en la Isla durante la época colonial trajo consigo sus propias palabras para referirse a los muertos o espíritus de personas difuntas en general. Los santeros, por ejemplo, usan el vocablo yoruba éggun para hablar de los muertos y los paleros emplean el vocablo bantú nfumbe. Sin embargo, ninguno de aquellos pueblos africanos poseía al llegar a la isla, que sepamos, una palabra especial para distinguir a El Muerto; en singular y con mayúsculas, como si fuera un nombre propio, título o apodo. Tampoco en las religiones cristianas ni en la hechicería europea, ni en el vudú caribeño ni en las reglas de Brasil encontramos un término similar; por lo que podemos concluir que se trata de un concepto espiritual puramente criollo cubano.

Santeros, paleros, ñáñigos y espiritistas cubanos reconocen a El Muerto como uno de sus principales aliados espirituales, pero existe muy poca información o ninguna -que yo sepa- que explique con precisión quién es El Muerto, para qué sirve o qué papel juega en la liturgia de estas religiones. Intentaré arrojar luz sobre esta cuestión que tanta confusión provoca, especialmente entre los nuevos ngueyos.

El Muerto, al igual que La Nganga, es un aporte criollo a las tradiciones mágicas africanas, europeas y de los aborígenes cubanos que se encontraron y fundieron en la isla entre los siglos XVI y XIX. Su figura, un tanto nebulosa e imprecisa, es un concepto aún en evolución, pero del cual ya se perfilan algunos rasgos:

El Muerto es todos los muertos a la vez. Es la sustancia única -distinta a la de cualquier otra forma de vida- de que están hechos todos los espíritus de las personas fallecidas desde que nuestra especie salió a la palestra.

El Muerto es, por tanto, el tótem de la humanidad y los vivos podemos atraparlo o pactarlo y contenerlo en los restos -especialmente en los óseos- de cualquier difunto; de igual forma que podemos contener el tótem de todos los tigres en la piel o en los huesos de cualquier tigre, el tótem de todos los toros en cuernos de cualquier toro, el tótem de las águilas en plumas de cualquier águila, el tótem de las tortugas en carapachos de cualquier tortuga, etc.

Cada individuo posee su propio Muerto, que es la suma de todos los espíritus de su cordón espiritual, de su linaje religioso, de sus santos favoritos y de los que habitan sus nkisis o prendas mágicas; pero a su vez, ese Muerto individual es solo un avatar de una misma entidad superior.

Por otra parte, y aquí viene lo más misterioso del tema, El Muerto es también El Vivo. La consciencia inmaterial colectiva que habla a través de los muertos que invocamos es la misma que habla a través de los vivos, solo que desde otra dimensión o estado de existencia. La misma consciencia que invoca en voz alta a los espíritus es la entidad que responde en forma de sueños y augurios, o a través de oráculos, trances y posesiones.

Para decirlo de otra manera, cuando El Muerto te habla, eres tú mismo, pero muerto y desde el más allá, donde el tiempo no significa nada. Por eso se nos pone la carne de gallina y los pelos de punta cuando sentimos la presencia de un nfumbe, pues lo que realmente percibimos es a nuestro propio espíritu descarnado, ya libre de la pesada carga del cuerpo físico y de los sufrimientos del mundo terrenal, recordándonos lo breve e insignificante que es nuestra vida comparada con el misterio infinito que nos depara la muerte.

Saludos a todos y que Nsambi acutare,

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