Bakula significa antepasado en el dialecto kikongo que se habla en Cuba y constituye el primero de los tres pilares fundamentales que sostienen a cualquier nkisi o nganga de Palo Monte, seguido del nfumbe y del mpungu. Contrariamente a lo que mucha gente opina hoy en día, sin bakula no hay nganga, aunque poseamos la kriyumba de un nfumbe y la matari o piedra de algún mpungu o simbi. Esa es una de las razones por las que muchas ngangas modernas no caminan pese a contener todos los ingredientes necesarios; incluyendo huesos humanos.
¿Pero quién es realmente el bakula y porqué es tan importante para fundamentar una prenda?
Para responder a esa pregunta tenemos que remontarnos a los orígenes del Palo Monte durante la colonia española en Cuba; cuando miles de bantúes -sobre todo del Congo- fueron capturados y llevados a la isla para trabajar como esclavos en los campos de caña e ingenios azucareros. La mayoría de los esclavos africanos que llegaron a Cuba no alcanzaban los treinta años y entre ellos no iban muchos brujos de experiencia, porque solían ser viejos y problemáticos y los cazadores de esclavos preferían secuestrar hombres y mujeres jóvenes, fuertes y relativamente dóciles; habituados al trabajo duro en el campo; ya que tenían más posibilidades de sobrevivir a las largas e inhumanas travesías en barco hasta América y ser más útiles en su destino.
Esclavizar a un brujo no era rentable ni tampoco tarea fácil, porque estos individuos pasaban más tiempo en el monte que en las aldeas y eran capaces de volverse invisibles o de convertirse en animales sí se veían en peligro. Por eso no llegaron muchos a Cuba y los que lo hicieron no pudieron cargar con sus prendas mágicas. Incluso les despojaban de sus adornos y amuletos antes de subir a los barcos, por miedo a que sus poderes les hicieran naufragar. Es decir, que tuvieron que empezar de cero al arribar a la isla.
Sin sus prendas, esclavizados y viviendo en un mundo nuevo y desconocido, los brujos congos seguían poseyendo cierto conocimiento mágico, pero les faltaba el poder de sus nkisis y la guía de sus antepasados. Los nexos con sus bakulas, simbis y mpungus se cortaron drásticamente al ser separados del mayombe -monte-mundo- donde habitaban y de los nkisis o prendas que les permitían comunicarse con ellos, y para recuperarlos tuvieron que enfrentar grandes retos y sacrificios.
Su primer gran reto fue llegar al Monte. Sabían que donde existe monte, existe magia y que alcanzar los montes de Cuba era la única esperanza que les quedaba de recuperar sus poderes y su libertad. Muchos murieron en la huída despedazados por los machetes y los perros de los rancheadores que les perseguían, pero algunos lograron escapar y fundaron palenkes -asentamientos de negros cimarrones o rebeldes- en lo más profundo de los bosques cubanos y, una vez de vuelta al abrazo de la naturaleza, pudieron retomar sus actividades espirituales y reconstruir o adaptar sus tradiciones a su nueva realidad.
Les costó largos años de persecución, luchas y vicisitudes estudiar las propiedades medicinales y mágicas de las plantas del monte cubano; sus minerales y animales, cuevas, ríos, costas y fenómenos climatológicos y espirituales; y muchas cosas las aprendieron de los nativos taínos que quedaban en la isla; como el uso ritual del tabaco, el algodón y el maíz, entre otros; que no existían en Africa y que enriquecieron los orígenes del Palo Monte; pero todavía no lograban restablecer el nexo con sus bakulas. A veces los veían en sueños y en trances, pero muy lejanos y débiles; y todos los intentos por montar nkisis con simbis criollos y kriyumba del Nuevo Mundo -indígenas, españoles y criollos- fracasaron.
Era preciso un sacrificio humano -y no uno cualquiera, sino el de un brujo congo que se ofreciera voluntariamente- para recrear el mito de Mambe y restablecer el contacto con el linaje africano. Y así lo hicieron. Degollaron al más joven de ellos y con su cabeza fundamentaron el primer Nkisi cubano. El nfumbe de aquel valiente brujo pasó al plano astral y buscó sin descanso a los bakulas de sus compañeros abandonados a su suerte en la isla y cuando les encontró, gritó: “¡Mambe yo!” y les ofreció su kriyumba como puente para contactarlos y manifestarse.
Se calcula que este procedimiento o tratado mágico se repitió en distintos lugares de la isla, al menos seis veces entre los siglos XVII y XVIII; dando origen así a los seis primeros fundamentos o troncos del Palo Mayombe -no olvidemos que mayombe significa monte-; de los que brotaron los demás linajes y ramas -Briyumba, Kimbisa y Shamalongo- hasta nuestros días.
Sabiendo esto, ahora ya estamos en condiciones de responder a la pregunta sobre quién es realmente el Bakula y porqué es tan importante para fundamentar cualquier prenda de Palo Monte:
Las prendas de los bantúes antes de llegar a Cuba se montaban con espíritus de antepasados de gran conocimiento mágico llamados bakula; que sabían manejar a los innumerables simbis o espíritus de la naturaleza y emplear sus poderes para ayudar a sus descendientes vivos; y se heredaban de padre a hijo o se entregaban en forma de gajos a los ahijados. Es decir, que para que un nkisi o nganga funcione no vale la kriyumba de cualquier persona; necesita un nfumbe que en vida haya sido brujo y sepa lo que hace; pero Cuba no es el Congo y poca gente tiene un brujo bantú en su árbol genealógico y la mayoría de los paleros criollos, para fundamentar sus ngangas, no les queda más remedio que ir al cementerio y pactar con un muerto oscuro o atrasado -suicidas, locos, criminales, niños, amantes, gente que no entiende o acepta que está muerta y cuyo apego a los vivos les impide ascender hacia la luz de Nsambi- y luego invocar al Gran Bakula o Espíritu Congo del primer Nkisi montado en tierra cubana -que no se trata del nfumbe de un solo brujo congo, sino de la sabiduría o energía consciente de cientos de brujos concentrada en una sola entidad superior- para que penetre en sus restos y desplace a su consciencia. Los recuerdos del muerto oscuro desaparecerán y su energía se fundirá con la del Bakula; que a partir de ese momento dirigirá la nueva nganga.
Por eso es imprescindible tener nsila congo o camino en el Palo Monte para poder convertirse en Tata o Yaya; ya que tener nsila congo equivale a tener bakula. El ngueyo o aspirante a sacerdote, primero debe consultarse ante una nganga para saber sí posee un ancestro brujo que responda por su persona o si el bakula de su padrino le acepta. Ya puede poseer todos los palos del mundo, 100 calaveras y ser hijo de 7 Rayos, que sí no cuenta con un buen bakula su nganga no trabajará correctamente. No olvidemos que las primeras ngangas cubanas -las llamadas prendas de Mayombe puro- no llevaban mpungus o santos; sólo muerto, bakula y simbis o espíritus de la naturaleza cubana.
Para bajar al Bakula y fundamentarlo en una prenda, se consagra -con mamba de palos africanos, cubanos y del país en que viva el ngangulero, entre otros ingredientes- una talla en madera con forma del cuerpo o rostro de un viejo brujo congo y se coloca detrás y algo por encima de la kriyumba, pero en contacto con la misma. La figura de madera lleva rastro de la prenda del padrino y/o la firma secreta del bakula; al cual se le invoca con los mambos precisos, la firma del tratado y la del mpungu que le dará forma al nuevo nkisi; y se le hacen ofrendas de vino de palma y aguardiente de caña, café, tabaco y sacrificios de un gallo, una tortuga y una paloma. Esta ceremonia se realiza justo antes de bajar al mpungu; cuya matari come aparte y luego otra vez junto con el bakula y la kriyumba.
Sí no se baja al bakula, la nganga quedará poseída por las emociones del nfumbe oscuro y su comportamiento será errático y muy peligroso para su dueño y las personas que le rodean. Sin bakula, la prenda estará desprotegida y cualquier nfumbe podría penetrar en ella como sí fuera una ouija y aprovechar su materia para hacer daño o confundir y asustar a los vivos. Es el caso de muchos jóvenes paleros que acaban locos, presos o muertos por trabajar con entidades malignas que se hacen pasar por los nfumbes de sus prendas; y esto ocurre porque sus padrinos les entregan ngangas incompletas o mal montadas, a las que les falta el Bakula o que llevan una figura suya de madera, pero de adorno; sin haber bajado y asentado al gran espíritu congo en ella. Ningún palero debería montar prendas -y mucho menos para sus ahijados-, antes de comprender y dominar a cabalidad la estructura y mecanismo de una nganga.
Saludos a todos y que Nsambi acutare,
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