En las selvas de África, a lo largo de Suramérica y en el Caribe, perviven numerosas leyendas sobre pueblos primitivos que habitan ríos y lagunas, dotados de características anfibias. Estos seres poseen ojos de cocodrilo, piel de rana, escamas de serpiente, membranas entre los dedos, dientes afilados como pirañas y la habilidad de permanecer largos periodos bajo el agua, nadando con gran destreza para atrapar a sus presas.
¿Es posible que estos pueblos, adaptados a vivir principalmente en el agua, hayan desarrollado mutaciones anfibias?
La respuesta es sí. Aunque hasta ahora solo se ha comprobado científicamente la mutación genética de la tribu Bajau en Filipinas, que les permite bucear sin ayuda durante 13 minutos a 70 metros de profundidad, es plausible que muchos mitos sobre seres sobrenaturales, mitad humanos y mitad criaturas acuáticas, tengan un origen real.
Imitando a los Depredadores Acuáticos
Es común que los pueblos primitivos imiten la apariencia y habilidades de los depredadores más poderosos de su entorno, como osos, leones, tigres, águilas, cocodrilos y boas. La mitología universal está plagada de referencias a seres anfibios, como sirenas, tritones y ninfas.
En América, abundan las divinidades y seres relacionados con ríos, lagunas y manantiales. Algunos ejemplos incluyen:
Yacuruna: El Neptuno amazónico
Yacuruna es uno de los seres mitológicos más importantes de la selva baja de la Amazonia. Se le representa como un ser anfibio emergiendo de las profundidades de ríos o lagos, adornado con algas, cangrejos y caparazones de tortugas. Su nombre proviene del quechua y significa “hombre de agua”.
Según la leyenda, Yacuruna se mueve por los ríos y lagos montando un cocodrilo o lagarto negro. Luego, puede adoptar forma humana para atraer y seducir a sus víctimas, llevándolas a las profundidades acuáticas. Allí las convierte en seres submarinos similares a él, con cabelleras de algas y ojos parecidos a los peces.
Los lugareños creen que los náufragos, al zozobrar las embarcaciones, siguen viviendo en el fondo de las aguas bajo el dominio de este ser, que también se manifiesta como “Yaras”, o sirenas selváticas.
Mama Cocha: La diosa Inca de las aguas
Mama Cocha, la sirena de la mitología inca, es la diosa de todas las aguas. Representa al mar, sus mareas, lagos y fuentes de agua. Comúnmente se le rendía culto para calmar las aguas bravas y obtener buena pesca.
Era una de las Cuatro Madres elementales junto con Pachamama, Mama Nina y Mama Wayra. Junto con Mama Quilla (La Luna) y Pachamama, constituía la trinidad lunar entre los incas, representando las tres fases lunares.
Mama Cocha era especialmente venerada a lo largo de la costa de los actuales territorios de Perú, Ecuador, Sur de Colombia y Norte de Chile, donde la pesca era esencial para la vida. Su papel incluía proteger a las poblaciones incas contra maremotos, tempestades y otros desastres marítimos.
Como esposa del dios supremo Viracocha y madre de Inti y Mama Quilla, Mama Cocha personificaba lo femenino y equilibraba el mundo conocido. A menudo se la identificaba con el agua de lluvia que fertiliza la tierra.
Yara: La Sirena venezolana
El culto a María Lionza tiene sus raíces en el tiempo previo a la llegada de los españoles a Venezuela en el siglo XV. Los indígenas que habitaban lo que hoy conocemos como el Estado Yaracuy veneraban a Yara, una Diosa de la Naturaleza y del Amor. Según algunos lingüistas, el término “Yaracauy” significa “lugar de Yara”.
Los indígenas describían a Yara como una mujer triste con grandes ojos verdes, pestañas largas y caderas amplias. Su fragancia evocaba las orquídeas, y su sonrisa era dulce y melancólica. Sus cabellos lisos y largos llegaban hasta la cintura, y tres hermosas flores adornaban sus orejas.
Según la leyenda, Yara, una hermosa princesa indígena, fue raptada por una enorme culebra dueña de lagunas y ríos, que se enamoró de ella. Los espíritus de la montaña castigaron a la culebra, haciéndola hinchar hasta reventar y morir. Yara fue entonces elegida como dueña de las lagunas, ríos y cascadas, convirtiéndose en madre protectora de la naturaleza y reina del amor.
A pesar de la conquista española, el mito de Yara sobrevivió, aunque con modificaciones. La religión católica la cubrió con el manto de la Virgen María, y así nació Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar, conocida posteriormente como María Lionza.
La Madre de Agua: Una Ninfa de los Ríos
La Madre de Agua, leyenda folklórica colombiana, aparece en los ríos de Antioquia, Tolima y el Magdalena Medio. Es una mujer joven y bella, con cabellos dorados y ojos azules. Su mirada es penetrante, y su atracción hipnótica.
Esta verdadera ninfa de las aguas tiene los pies volteados hacia atrás, dejando rastros en dirección contraria. Persigue únicamente a los niños, llamándolos con ternura. Los enloquece y atrae con amor maternal, pero su fuerza de atracción preocupa a los padres.
Los niños flechados por la Madre de Agua enferman, sueñan con la bella rubia que los adora y la llaman con frecuencia. Cerca del río, escuchan su voz y se arrojan al agua con peligro.
Según la creencia campesina, la Madre de Agua surgió de una joven española que se enamoró de un apuesto indígena. El padre de la joven ahogó al niño fruto de su amor, y la madre, desesperada, se lanzó al río, convirtiéndose en una deidad apasionada por los niños y vengativa hacia la humanidad.
Ochún: Reina de las Aguas Dulces
Aunque no es una divinidad precolombina, la orisha Ochún, originaria de Nigeria, se ha convertido en una de las más adoradas en toda América. Miles de devotos yorubas cruzaron el Atlántico hacia el Nuevo Mundo como esclavos entre los siglos XVI y XIX, llevando consigo su devoción.
Ochún reina sobre las aguas dulces del mundo: arroyos, manantiales y ríos. Personifica el amor y la fertilidad. Los creyentes acuden a ella en busca de ayuda en asuntos monetarios y románticos, así como las mujeres que desean tener hijos, pues ella controla la fecundidad.
Su figura se integró perfectamente con las religiones indígenas y el catolicismo europeo, transformándose en reina de los nuevos cultos sincréticos en Iberoamérica, como el Candomblé brasileño, el Vudú de Haití y Santo Domingo, y la Santería cubana.
En resumen, la mitología americana está llena de divinidades y seres mágicos de la naturaleza que conectan la curiosidad e imaginación humanas con el mundo acuático y sus misterios.
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