sábado, 9 de junio de 2012

ANDRES PETIT Y LA SOCIEDAD SECRETA ABAKUÁ

Retrato de Andrés Petit, la figura más trascendente de la
historia religiosa afrocubana.
Existieron otros dos Andrés Petit, brujos como él, que se confunden con el verdadero y reverenciado Andrés Facundo Cristo de los Dolores( alias Andres Kimbisa ), famoso Isué de Bakokó Efor; personaje histórico y de leyenda. La posteridad ñañiga y kimbisa hoy lo contempla como a un mago dotado de extraordinarios poderes, capaz de convertir el agua en vino y de "encender y apagar el sol cuando le daba la gana".

Los habaneros lo reclaman como nativo de la capital y los guanabacoenses lo hacen nacer de la sombra del convento de su piadosa villa, que ya contaba con un santo cuando Petit llegó al mundo: Ignacio del Corazón de Jesús Moreno, un franciscano que hacía milagros, dulce y temible, como lo fue después el pardo Andrés Petit, terciario( terciario es el religioso o laico, regular o seglar, que pertenece a la tercera orden de algunas órdenes religiosas, como la de San Francisco, Santo Domingo o Carmelitana ),Padre Nkisi( regla Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje ) e Indiabón( el grado de iniciación más alto en Abakuá; los jefes principales ).

Convento de Guanabacoa.
Se cree que Petit falleció en 1889, en el número 7 de la calle de la Cruz Verde 71, en Guanabacoa. Fue enterrado en el cementerio de esta población; más, como sabía que algunos mayomberos, unos, proyectaban robar su ntu kiyumba, su cabeza, con idea de hacerse de los excepcionales poderes de Petit, someter a esclavitud su espíritu y realizar los mismos milagros que le hicieron célebre; y otros, ñáñigos resentidos, que no le perdonaban que hubiese consagrado obonékues a hombres de la raza blanca, deseaban quemar sus restos, un ñáñigo blanco, "un ntenisun"( caballero ), _"o una familia rica" que le debía muchos favores, pretenden algunos, trasladó secretamente el cadáver a un panteón del antiguo cementerio de Espada.

"Cuando fueron a abrir la tumba de Petit, ya no estaba allí el cuerpo", contaba un viejo que llevaba al cuello el crucifijo que de niño le puso el mismo Petit. Estos crucifijos eran distintivos de la Regla del Santo Cristo del Buen Viaje, creada por Andrés, y contenían un "secreto" o carga mágica para resguardar a sus fieles.

Muchos afirman que "fue el primer hombre de color que ocupó un cargo en el ayuntamiento de La Habana" y que "trataba con blancos de alta categoría". Al preguntarle un amigo al Conde de R. que halló a Petit en casa de este aristócrata: ¿porqué trata usted a ese mulato?, el Conde respondió indignado: "¡Porque es un caballero de color!" Eso dio origen a que le llamasen "el caballero de color". Se dice que su padre era francés, "de ahí su apellido y tal vez su finura". "Era un pardo alto, delgado, muy fino e inteligente", cuenta una vieja kimbisera que le conoció.

Rito Abakuá en el cementerio.
"De facciones finas, buen porte, vestido con elegancia, muy afable y de mirada dulce. Usaba bastón y calzaba sandalias, nunca zapatos". En sus últimos tiempos aún cumplía la misión que se había impuesto por amor de Dios, de recorrer las calles descalzo, mendigando para los pobres. Habitualmente vivía en el convento de San Francisco y les llevaba a los monjes la limosna recogida y la hacía repartir sin reservarse nada. "Era muy católico, metido siempre con hombres de sotana. Sabía leer en latín y en griego".

Otros testigos de su tiempo opinaban que "andaba con sandalias porque era terciario de la orden de San Francisco, y descalzo cuando tenía que hacer una gran brujería, y su Prenda le imponía que marchara con los pies desnudos o en mal pregenio".

Estas anécdotas dan idea del "santo hombre", y del brujo poderoso, que era a la vez. Su palabra contenía tal fuerza conminatoria que no tenía necesidad de otras operaciones mágicas para obtener lo que quería...

"Iba Andrés de mañana por la calle de la Muralla en dirección a su convento. Era tan extraño en aquella época ver a un hombre de color correctamente vestido, con levita y bastón, que un transeúnte que conversaba con un amigo se quedó mirándole. Petit pasó junto a ellos, y cuando se alejó a una distancia en que físicamente no podía oírles, uno de aquellos hombres le dijo al otro en voz baja:

_¿Ese que va ahí es Dios en la tierra!
_¿Cómo Dios en la tierra? ¡Bah! Será un horro con dos pesetas. Y se echó a reír.

Al llegar a una esquina, un par de cuadras más arriba, Petit se detuvo. Los esperó y al acercarse el individuo que había puesto en duda su santidad, le dijo:

_Buenos días, joven( y bastó con que dijera eso ).

_Buenos días, señor. Se Apresuró a contestar respetuosamente el que le conocía, mientras el otro, despreciativo, guardaba silencio. Doblaron la esquina, pero a media cuadra el incrédulo paró. El otro siguió andando de prisa. Alelado, aquel hombre no sabía a donde dirigirse, no tenía fuerzas para mover los pies. Andrés los miraba.

_¡Vamos! Le gritó su compañero y, al no verle a su lado, sino atrás, plantado como una estatua, sin expresión, como en otro mundo: ¡Qué te pasa?

Andrés entonces avanzó hacía él sonriendo y le preguntó:

_Sí, qué le pasa amigo, ¿porqué no sigue su rumbo?

El hombre lo miraba con los ojos muy abiertos, sin parecer comprenderlo. Petit se dirigió al crédulo, al que había dicho _sin que hubiese podido oírlo_ que era Dios en la tierra.

_Ahora dígale a su amigo que está mudo, que yo no soy Dios en la Tierra, pero que soy Andrés Petit. El, como Santo Tomás, quiere ver para creer. Muy bien, muy bien. Pues vamos a ver si ahora puede seguir andando. Siga hijo..., siga su camino.

El hombre recobró el sentido y el movimiento y se fue maravillado".

Litografía de la Alameda de Paula. La Habana siglo XIX.
Los humildes le adoraban.

"Tenía por costumbre sentarse en la Alameda de Paula a pedir limosnas para los pobres. Le dijo a un hombre:

_Si me das una limosna para mis pobrecitos, dentro de poco te sacarás una lotería.

_¡Vamos ñó Andrés; no le creo!

_Me figuro que sí, que tendrá premio... _Petit hablaba con voz pausada y dulce, y una sonrisa con un toque de ironía_ Me lo figuro...

_No importa ñó Andrés; le voy a dar la limosna que me pide, pero sin contar con el premio.

_Ve con Dios, Él te acompañará y te ratificará lo que te he dicho.

Tres sorteos más tarde, acertó el primer premio".

Itones o cetros Abakuá.
Sin embargo, "cuando le ofendían, bastaba con que levantase un bastoncillo con un casquillo de plata en cada extremo, que llevaba siempre consigo( parecido a un hitón, cetro de los jefes de una Potencia Abakuá ), y le dijese al ofensor Adiós mi niño, para que aquél entregara su alma a las veinticuatro horas".

Cierta familia habanera de posición, sufría porque uno de sus miembros había sido condenado a diez y seis años de cárcel, por homicidio. Habían visto a muchos brujos y gastado con ellos mucho dinero, pero sin resultado. El pobre homicida, contra lo prometido, no pudo escapar a la sentencia. Y aunque decepcionados de la eficacia de la brujería africana, un pariente abogado, por consejo de un amigo fue a ver a Petit al convento:

_ "Le consulto a usted por mi cuenta, ya que esta familia ya no cree en nada, ni siquiera en brujo de Guinea!

_¿Cómo, la brujería no le entra al blanco?_ dijo Petit con toda su calma y su sonrisita.

_No... y a pesar de todo lo que se han gastado con su hijo, se lo han condenado a diez y seis años de prisión.

_Que apele al Tribunal Supremo su abogado defensor. Que apele y su defendido saldrá absuelto. Yo se lo garantizo.

El abogado encargado del caso tuvo curiosidad de conocer a Petit y también fue a verlo al convento.

_Le daré una victoria_ le dijo Andrés.
Tatuaje abakuá.

_Se acortará la pena, tal vez.

_No, su defendido será puesto en libertad.

_Es muy improbable...

_Se lo aseguro.

_¿Y cuánto cobra usted?

_Yo nada, pero que la familia del penado haga una promesa al convento y con eso quedarán ustedes muy bien conmigo.

Y antes de lo que se esperaba, el hombre fue puesto en libertad. Dicen que la familia agradecida cambió cuatrocientos pesos en reales de plata. El abogado fue al convento con los reales en un saco y espero hasta que Petit volvió.

_A mi no tiene que traerme nada_ le dijo al abogado _, entrégueselo a los Padres".

Ese era Petit, infalible y generoso.

Adivinaba en un vaso de agua, removiéndola con una varilla de la que pendía un pedacito de cuero. Cuando una persona iba a consultarle, le hacía sentarse en silencio; no había que explicarle nada. "En el nombre de Dios Todopoderoso y de Andrés Petit", empezaba siempre sus registros.

Sus curaciones de enfermedades, causadas a menudo por maleficios, aun se recuerdan.

Danza Egungún en Africa.
Contaba el viejo Iño Tomián, cómo únicamente Petit había sido capaz de librarlo del espíritu de un muerto obcecado que de seguro, sin su intervención, se lo habría llevado con él de este mundo. Desde joven, Iño Tomián hacía los oficios de Egungún o Egun( espíritu de un muerto ), en quien encarnaba el difunto, en las ceremonias fúnebres lucumí, y esto en una época en que muy pocos criollos, autorizados por los africanos, podían ponerse la máscara que representa al Egun y que convierte al hombre que la lleva en un ser del otro mundo.

Los matanceros lo recordarán con sobrecogimiento en las casas mortuorias de Olorissas e Iyaloshas fallecidos, todo el tiempo que duraba el velorio, el rostro cubierto por una sábana blanca, allá en el fondo de los patios, pues el Egun no penetra en el interior de la vivienda. Allí se estaba apartado de los vivos, sobre todo de las mujeres _que no se atreven ni deben mirar al Egun sin arriesgar la vida o atraerse desgracias_, la pavorosa presencia del misterio de ultratumba, a quien nadie, inclusive los hombres, tenían el valor de acercarse.

Máscara Eggun.
El miedo que inspira este oficio delicadísimo, el peligro de muerte que el uso de las máscaras, si no se cumplen los ritos tradicionales con absoluta fidelidad y conocimiento, supone para el que las porta, va eliminando al Eggun de las ceremonias que se practican a la muerte de los sacerdotes, así como en las del culto de la gran divinidad Olókun, las ofrendas y sacrificios que ésta debe recibir en alta mar y el baile que, cubierto el rostro por la máscara de Olókun, debe ejecutar exclusivamente el babalawo.

Iño Tomián también era ñáñigo al revestir el "saco" _akanawán_ el traje de los Ireme, es un espíritu. Dentro de su Potencia oficiaba de Anamangui Epai, quien tiene a su cuidado todo lo referente a las exequias de los obonékues, y es el equivalente del Egun lucumí.

A pesar de su familiaridad con los muertos, "de lo bien preparado que estaba", en una ceremonia hubo de posesionarse de Tomián un espíritu de índole tan dominante, que éste pasó días y días fuera de sí. "El espíritu no salía ni un momento de su cuerpo. No lo dejaba tranquilo". La intromisión del Egun se prolongó amenazadoramente. Sobre todo porque nadie tenía la fuerza suficiente para retirarlo, "¡y eso que en esa época había olúos y agugús de verdad!" El padre de Iñó Tomián vino entonces a la Habana en busca de Petit. Petit llevó con él "su negocio"( su prenda o poder ). Y Tomián contaba lo que, por boca de su padre, había sabido de su liberación:

Danza Abakuá en Cuba. Nótese el parecido con ritos
Egungún.
_"Petit se enfrentó con el muerto y se quedó mirándolo fijamente. Él también le miró sorprendido( el espíritu, desde los ojos de Tomián ) y Andrés, sin quitarle la vista, le presentó su crucifijo cargado y empezó a rezar, a rezar, en lengua y en latín.

Las oraciones lo tranquilizaron y por primera vez en lo que iba de cerca de un mes, durmió algunas horas. Luego Petit empezó a despojarlo con yerbas. Limpio, volvió a sentirse él mismo".

Petit enseñó a sus discípulos _"ahijados"_ a no separarse de la cruz como "arma defensiva" contra las peores brujerías o diabluras y, desde luego, como lo más eficaz para lograr cualquier objeto, bueno o malo. Claro que no se refería a cualquier crucifijo, sino a los que él preparaba, ocultando una carga secreta en su centro.


Altar Abakuá. Nótense los itones sobre
la mesa, y el crucifijo en el suelo.

Su famoso bastón, que unos describen fabricado de madera de cedro o de otras maderas sagradas, o que "era de olivo, pues fue a Tierra Santa", pero semejante al itón de una Potencia, cetro, despedía a los orishas y a los nfumbes que en su templo tomaban posesión de sus ahijados y devotos. Y así procederían más tarde sus sucesores en la regla creada por él, el Padre Mayor, Mpambia del Templo Primero de los Kimbisas del Santo Cristo del Buen Viaje, José Torres y sus mayordomos, para retirar las "inspiraciones"( hacer cesar el trance ).

Y es que Petit no solamente fue el famoso ñañigo que engrandeció al Abakuá; también es el creador de una secta( regla ), con numerosas filiales, que abraza todas las creencias y practica los ritos de los dos grupos africanos más importantes que vinieron a Cuba: el yoruba y el bantú. En su regla se adoran los nkisis, los orishas, y los santos del santoral romano.

Se dice que Petit fue a Roma. Habló con el Papa y con los Cardenales; se sentó a su mesa, y de Roma fue al Monte de los Olivos y allí cortó una rama para fundamentar su prenda; otros dicen que su bastón.

No era hombre Petit que rechazase ninguna creencia o práctica religiosa; para bien suyo y de todos los que dependían de él. En esto demostraba Petit, el olorissa, el Padre Nkisi, el Isué y... el franciscano, una tolerancia religiosa típicamente africana y que nos recuerda la tolerancia griega aceptando cualquier culto o creencia de pueblos extraños: "¡Todo lo que es Santo sirve!".



Sin él, la sociedad secreta Abakuá hubiese desaparecido. Ya no habría más ñáñigos. No hubiesen podido resistir la prolongada persecución de que fueron objeto por parte de las autoridades españolas y más tarde, a comienzos de siglo, por las cubanas; aunque muchos ñañigos que estuvieron presos por robo y homicidio, luego se les recompensó como a veteranos de la guerra de independencia.


Ñáñigos en La Habana actual.
Muchos opinan, entre ellos yo, que la obsesión de Petit por difundir el uso del crucifijo y los rezos, entre otros elementos de la liturgia católica, dentro de los diversos cultos africanos, se debía, no tanto a su fe en los dioses blancos, como a su firme convencimiento de que los negros y mestizos cubanos necesitaban camuflar los aspectos más "salvajes" y polémicos( a los ojos de los blancos ) de sus cultos, detrás de crucifijos, Padres Nuestros y Ave Marías, y recibir la educación y asimilar la cultura occidentales, para evitar ser perseguidos y tachados de salvajes, por sus costumbres y creencias, y así prosperar y ser respetados dentro del mundo de los blancos.

Nadie mejor que él _mestizo, seguramente bastardo de un blanco con una esclava o liberta al servicio de alguna familia de blancos acomodados que, ya fuera por cariño a su madre o tal vez porque Andrés asombraba con su inteligencia y precocidad desde pequeño, se ocuparon de que recibiera una buena educación, y que, gracias a esa educación, consiguió la aceptación y respeto de los blancos ricos y poderosos_ conocía el valor y el poder que significaba la educación y la religión en el mundo de los blancos. Y la educación en aquella época y contexto, sobre todo para los negros, mestizos y los más pobres, en general, estaba estrechamente ligada a la Iglesia Católica; por eso Petit insistía en que los negros y mestizos libres se aprendieran de memoria los rezos católicos y respetaran a Dios, Cristo y sus santos, como estrategia para acercarlos a los curas y a las letras. Él sabía que los descendientes de esclavos africanos eran demasiado orgullosos como para admitir que necesitaban aprender de los blancos, por esa razón decidió atraerlos con algo que él sabía que sí llamaría su atención: la creencia en el poder sobrenatural de la cruz y de la palabra escrita.

Wilfredo Lam frente a su obra más famosa "La Jungla".
Este gran pintor cubano, como su nombre y su piel indica,
tenía sangre africana, española y china, y su trabajo giraba
entorno al mundo "real maravilloso" afrocubano.
Por otra parte, también creo que Petit era un hombre atrapado entre dos mundos, el de los negros y el de los blancos, y que, al igual que intentaba insertar los aspectos más positivos de la cultura europea en la nueva cultura afrocubana que se estaba gestando, también trataba de difundir parte de la sabiduría africana dentro de la mentalidad blanca. Veía, en el conocimiento de las propiedades y usos curativos y espirituales de las plantas y en el respeto y amor por la naturaleza que profesan los africanos, en los valores artísticos y la riqueza de su música, danza y tradición oral, entre otros elementos de su cultura, virtudes olvidadas por la sociedad moderna, pero en total concordancia con los preceptos del cristianismo, que los blancos harían bien en re-aprender de sus hermanos( cubanos ) negros y mestizos.

Sin duda, a su manera, pacífica y espiritual, Andrés Petit jugó un papel digno de mención en el proceso de "unificación" cultural entre criollos blancos y criollos negros y mestizos, que se sembró en las guerras de independencia contra el gobierno colonial español y floreció en La Habana y otras grandes poblaciones, como una nueva idiosincracia mixta _ a la cual Alejo Carpentier llamó "Lo Real Maravilloso" o realismo mágico_, que hoy conocemos como cultura cubana; ese gran ajiaco criollo donde todo, por muy blanco que sea, tiene algo de congo o de karabalí.



¡¡¡Kimbisa Quien Vence!!!




1 comentario:

Unknown dijo...

Muy buena publicación Padre montenegro m quede maravillado por la sensilles de Andres petit