jueves, 17 de octubre de 2024

LA CHARADA CUBANA: Influencia china en la formación del pensamiento mágico cubano

La Charada Cubana, Charada China, rifa Chiffá o juego de la Bolita no solo es la lotería más popular en Cuba, sino también una herramienta esotérica criolla para descifrar el significado oculto de los sueños. Es fruto del sincretismo entre elementos de distintas tradiciones culturales y religiosas, como la china, la africana y la europea, que coincidieron y se mezclaron en la isla desde mediados del siglo XIX.

Actualmente, la Charada Cubana consiste en 100 números que representan a distintos animales, personas, oficios, lugares, situaciones y cosas. Sin embargo, al principio solo contaba con los 36 “bichos” de la Charada China original, la cual se difundió por la isla a partir de 1847, con la llegada de cerca de 125,000 inmigrantes del sur de China para trabajar en los campos de caña de azúcar.

Aquellos trabajadores chinos eran muy pobres y llegaban a Cuba con poco más que lo puesto, pero en sus mentes y corazones atesoraban valiosos conocimientos de su rica y milenaria cultura, que dejaron hondas huellas en la formación de las costumbres e idiosincrasia de los cubanos.

Su influencia más evidente fue en lo culinario, pues los chinos aportaron a la incipiente gastronomía cubana la salsa china (salsa de soja), el arroz blanco, el arroz frito, las frituras de vegetales, las maripositas (empanadillas fritas), la naranja china, el mamoncillo, los frijolitos chinos (judías azuki o hong dou) y la col china, entre otros ingredientes y platos. También introdujeron su particular forma de cocinar, cortando diversos alimentos en trozos diminutos y mezclándolos y salteándolos con rapidez y mucho fuego. Además, en la música popular cubana se puede reconocer la contribución china en la sonoridad de instrumentos tradicionales como la corneta china y la cajita china, que se integraron perfectamente con la percusión africana y con las cuerdas y acordes españoles. Aunque menos conocida, su influencia espiritual en la formación de los cultos mágicos cubanos también fue notable.

La religión más popular entre aquellos culíes chinos que emigraron a Cuba era como un gran arroz frito compuesto por múltiples y variados ingredientes mágicos, religiosos y filosóficos, tomados del chamanismo tradicional de Asia oriental, del budismo, del taoísmo y del confucianismo, y sincretizados a fuego lento durante siglos.

La Charada de 36 animales era un juego de azar y apuestas muy popular en China, pero poseía otro aspecto menos vulgar y conocido: un trasfondo esotérico basado en la astrología china, que, a diferencia del zodíaco occidental, se rige por un calendario lunar que comprende ciclos de 60 años divididos, a su vez, en períodos de 12 años correspondientes, cada uno, a un animal y un signo astrológico.

Cuenta la leyenda que, antes de abandonar definitivamente la Tierra, Buda convocó a todos los animales para despedirse, pero solo acudieron doce. En recompensa, Buda le otorgó a cada año el nombre de uno de aquellos animales, siguiendo el orden en que fueron llegando. El primero fue la Rata, seguido del Buey, luego el Tigre y sucesivamente el Conejo, el Dragón, la Serpiente, el Caballo, la Cabra, el Mono, el Gallo, el Perro y el Cerdo o Jabalí. De esta forma, el año en que una persona nace tiene al animal correspondiente como regente en su vida.

A su vez, cada signo se divide en cinco categorías, correspondientes a los cinco Elementos o Momentos de transformación. Ellos son la Madera, el Fuego, la Tierra, el Metal y el Agua. En consecuencia, según el año, la Rata, por ejemplo, puede ser de Madera, de Fuego, de Tierra, de Metal o de Agua. Asimismo, los 12 signos se dividen en signos yang: la Rata, el Tigre, el Dragón, el Caballo, el Mono y el Perro; y en signos yin: el Buey, el Conejo, la Serpiente, la Cabra, el Gallo y el Cerdo.

Pero la Charada no era el único juego con cimientos del ocultismo chino que llegó a Cuba en aquel tiempo. El famoso Mahjong, cuya versión occidental y mucho más simplificada es el juego de dominó, por ejemplo, en sus inicios era un oráculo de 144 piezas de marfil llamado Ya Pai Shen Po. Este se componía de 34 piezas que se repetían un total de cuatro veces, como los cuatro palos (Oros, Copas, Espadas y Bastos) de la baraja europea o Arcanos Menores del Tarot, más otras cuatro piezas que se repetían solo dos veces, que vendrían a ser como los Arcanos Mayores del Tarot. En total, eran 144 signos combinables para realizar lecturas adivinatorias, como en la cartomancia occidental.

El Chiao Pai es otro antiguo oráculo empleado en las pagodas o templos chinos, combinado con otros sistemas adivinatorios. Su sencillez recuerda a los chamalongos del Palo Monte y a los cuatro cocos de la Ocha Yoruba, ya que sus respuestas se limitan a Sí y No, Verdadero y Falso, o Positivo y Negativo, al igual que en los citados oráculos cubanos.

Para consultarlo, se emplean dos trozos de madera que tienen una de sus caras plana y la otra convexa. La cara plana corresponde al principio yin y la convexa, al principio yang. Tras la pregunta, se arrojan las dos piezas a la vez. Si las dos caras planas caen bocarriba, la respuesta es negativa y significa “detenerse”, “no avanzar”, “no actuar”. En cambio, si las dos caras convexas caen bocarriba, la respuesta es positiva y significa “actuar”, “avanzar”, “hacer”. Pero cuando una de las piezas cae bocarriba y la otra bocabajo, se interpreta como respuesta neutra, indefinida o condicionada, y se recomienda profundizar con otra tirada o repetir la consulta en otra ocasión, semejante a como sucede cuando sale la letra Etawa en una tirada de cocos de la santería cubana.

Quiero decir que, cuando los chinos llegaron a Cuba en el siglo XIX, su mentalidad mágico-religiosa era tan rica y sincrética como la de los africanos de diversas etnias y sus descendientes criollos que poblaban la isla. Por lo tanto, se sintieron identificados espiritualmente e hicieron buenas migas con negros y mestizos. Pese a las paupérrimas condiciones en las que tenían que trabajar y vivir al principio, muchos de aquellos hombres de ojos rasgados y piel amarilla trajeron a sus familias o se casaron con esclavas africanas, a las que previamente compraban y liberaban, y echaron raíces en Cuba.

De aquellas mezclas genéticas surgieron los llamados mulatos chinos, tan apreciados por su gracia y belleza por los cubanos. Estos se criaron en solares y cuarterías de los suburbios de algunas ciudades, especialmente en los extramuros de La Habana, y crecieron codo con codo con los hijos de negros bantués, mandingas, yorubas, ararás y curros (de los que hablaremos con más amplitud en un próximo post) y de blancos pobres, como canarios, andaluces, asturianos y gallegos que emigraron a la isla a inicios del siglo XX en busca de un futuro mejor. Recocinando las tradiciones y creencias de sus padres en un gran ajiaco multicultural y sincrético, emergieron algunos de los más populares géneros musicales y danzarios cubanos, como la Rumba y el Guaguancó, y de las principales reglas o cultos mágico-religiosos practicados a lo largo y ancho de toda la isla, como las reglas Mayombe, Briyumba y Kimbisa del Palo Monte, las reglas yoruba de Ocha e Ifá y la sociedad secreta nigeriana Abakuá.

Concluyendo: La influencia de los chinos, especialmente en el juego de la Charada o Bolita durante la primera mitad del siglo XX, fue introduciendo entre los cubanos ciertas nociones ocultistas que faltaban o eran muy básicas en las religiones africanas, como la astrología, la numerología y la oniromancia o adivinación por medio de los sueños, que ayudaron a terminar de dar forma a la tremendamente sincrética espiritualidad cubana.

Números, correspondencias e interpretaciones de la Charada China en Cuba, actualmente:

1. El caballo, sol, tintero, camello, pescado chico

2. La mariposa, hombre, cafetera, caracol

3. El marinero, luna, taza, ciempiés, muerto

4. El gato, boca, soldado, llave, vela, militar

5. La monja, mar, candado, periódico, fruta, lombriz

6. La jicotea, carta, reverbero, botella

7. El caracol, sueño, mierda, medias, caballero

8. El muerto, león, calabaza, mesa

9. El elefante, entierro, lira, cubo, esqueleto, buey

10. El pescado grande, paseo, malla, cazuela, dinero, lancha

11. El gallo, lluvia, fósforo, taller, fábrica

12. La mujer mala, viaje, toallas, cometa, perro grande

13. El pavo real, niño, anafe, chulo

14. El gato tigre, matrimonio, sartén y cementerio

15. El perro, visita, cuchara

16. El toro, plancha, vestido, incendio, funerales, avispa

17. La luna, mujer buena, hule, camisón, armas, opio

18. El pescado chiquito, la iglesia, sirena, palma, gato amarillo

19. La lombriz, campesino, tropa, mesa grande, armadura

20. El gato fino, cañón, camiseta, tibor, libro, mujer

21. El majá, reloj de bolsillo, cotorra

22. El sapo, estrella, chimenea

23. El vapor, submarino, escalera, barco, águila

24. La paloma, música, carpintero, cocina

25. La piedra fina, casa, sol

26. La anguila, calle, médico

27. La avispa, campana, cuchara grande, canario

28. El chivo, bandera, político, uvas, perro chico

29. El ratón, nube, venado

30. El camarón, arco iris, almanaque, buey, cangrejo

31. El venado, escuela, zapatos

32. El cochino, enemigo, mulo, demonio

33. La tiñosa, baraja, santa, Jesucristo, bofetón

34. El mono, familia, negro, capataz

35. La araña, novia, bombillos, mosquito

36. La cachimba, teatro, bodega, coloso

37. La gallina prieta, gitana, hormiga, carretera

38. El dinero, carro, goleta, guantes, barril

39. El conejo, culebra, rayo, baile, tintorero

40. El cura, sangre, bombero, cantina, estatua

41. La lagartija, prisión, pato chico, jubo, capuchino

42. El pato, país lejano, carnero, abismo

43. El alacrán, amigo, vaca, puerta, presidiario y jorobado

44. Año del cuero, infierno, año malo, temporal, tormenta

45. El tiburón, presidente, traje, tranvía, estrella

46. La guagua, humo, hambre, hurón, baile, chino

47. El pájaro, mala noticia, mucha sangre, escolta, rosa

48. La cucaracha, abanico, barbería, cubo

49. El borracho, riqueza, figurín, percha, tesoro, fantasma

50. El policía, alegría, florero, alcalde, pícaro, árbol

51. El soldado, sereno, anteojos, sed, oro, presillas

52. La bicicleta, coche, abogado, libreta

53. La luz eléctrica, prenda, tragedia, diamante, beso, alguacil

54. Flores, gallina blanca, sueño, timbre, cañón

55. El cangrejo, los Isleños, caerse, sellos

56. La reina, merengue, piedra

57. La cama, ángeles, telegrama, puerta

58. Un adulterio, retrato, cuchillo, ferretero

59. El loco, langosta, anillo

60. Sol Oscuro, payaso, cósmico

61. El cañonazo, revolver, boticario

62. El matrimonio, nieve, lámpara, visión, academia, carretilla

63. El asesino, cuernos, espada, bandidos

64. Un muerto grande, tiro de rifle, maromero, relajo

65. La cárcel, comida, bruja, ventana, trueno

66. El divorcio, los tarros, la máscara, el carnaval

67. La puñalada, autoridad, fonda, aborto, zapato

68. Cementerio Grande, globo, cuchillo grande, templo, bolos

69. El pozo, fiera, la loma, vagos, polvorín

70. El teléfono, coco, tiro, barril, bala

71. Río, sombrero, perro mediano, pantera y fusil

72. El ferrocarril, buey viejo, serrucho, collar, cetro, relámpago

73. Un parque, navaja, manzanas, maleta, ajedrez, cigarrillo

74. El papalote, coronel, serpiente, cólera, tarima

75. El cine, corbata, viento, guitarra

76. La bailarina, el humo en cantidad, la caja de hierro, violín

77. Banderas, guerra, colegio, billetes de banco, ánfora

78. El obispo, sarcófago, rey, apetito, lunares

79. Coche de tren, dulces

80. El médico, la buena noticia, la luna llena, paraguas, barba, trompo

81. El teatro, ingeniero, cuerda, actriz

82. La madre, la batea, pleito, muelle

83. La tragedia, la procesión, el limosnero, el bastón, la madera

84. El ciego, sastre, bohío, banquero, cofre, la marcha atrás

85. El reloj, espejo, guano

86. El convento, tijera, desnudar, manguera

87. El baúl, fuego, plátanos

88. Los espejuelos, gusano, vaso, hojas

89. La lotería, agua, la monja vieja, melón

90. El viejo, el espejo grande, el caramelo

91. El tranvía, pájaro negro, bolchevique

92. Globo muy alto, suicidio, Cuba

93. Revolución, sortija, general, joyas, libertad

94. El machete, la mariposa grande, leontina

95. La guerra, alacrán

96. El desafío, periódico, pícaro, zapatos nuevos

97. El mosquito, mono grande, sinsonte, grillo grande

98. El piano, entierro grande, santo

99. El serrucho, carbonero, lluvia

100. El automóvil, Dios, el inodoro

 Fin

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viernes, 20 de septiembre de 2024

El Misterio del Otro Yo



Pese a que usted, querido lector, siempre haya pensado que usted es usted y nadie más, porque su consciencia es única y no la comparte con nadie, lo cierto es que ni es tan única ni la única que habita en su cuerpo. En realidad, existen dos consciencias dentro de cada persona. Una es el Espíritu, que permanece durante todo el viaje a través de la existencia y del más allá, y la otra es el Ego, que solo lo hace durante el breve período de la vida terrenal y que abandonamos al morir, como las partes de sí mismo que va desechando un cohete espacial cuando escapa de la Tierra.

Hasta 1889, cuando Santiago Ramón y Cajal —quien, por cierto, hizo su servicio militar como médico en Cuba durante la Guerra de los Diez Años— publicó sus descubrimientos sobre el tejido cerebral, las neuronas y el sistema nervioso, se creía que la consciencia individual era la voz del alma o esencia espiritual que radicaba en el corazón de cada persona hasta su muerte, ya que este órgano es el que bombea la sangre por todo el cuerpo y, cuando cesa de latir y el cuerpo muere, se creía que era porque su espíritu o consciencia inmaterial lo había abandonado.

Hoy sabemos que el ego, esa consciencia que piensa que es única y la única dentro de su cuerpo y que se llama a sí misma “yo”, es un producto del cerebro, tan efímero y desechable como la cola de un cohete, la piel de una serpiente o el capullo de una mariposa. Pero hay otra consciencia dentro de usted que ya existía antes de su nacimiento y que no morirá cuando su corazón deje de latir; trascenderá todas sus vidas, muertes y demás estados de existencia durante eones, si es preciso, hasta concluir su misión y retornar al Creador. Esa consciencia silenciosa es el espíritu, el verdadero ser del que formamos parte.

Y si no me cree, piense: si usted es quien decide los movimientos de su cuerpo, la dirección de su mirada, las palabras que pronuncia, la ropa que se pone y los alimentos que le gustan, ¿quién dirige entonces el funcionamiento de sus órganos vitales? ¿Quién hace latir su corazón? ¿Quién digiere la comida que come? ¿Quién transmuta el oxígeno que respira en energía y el agua que bebe en sangre? ¿Quién cicatriza sus heridas? ¿Quién hace crecer su pelo? ¿Quién fabrica sus sueños y emociones?

El yo egoísta es la consciencia que interactúa con la realidad exterior y la comenta en un monólogo incesante durante toda la vigilia de su cuerpo, dominando sus sentidos y recursos ordinarios, como la mirada, los gestos, el lenguaje, los movimientos, la memoria consciente, el pensamiento lógico y el libre albedrío. El espíritu, en cambio, es la consciencia espiritual que domina todos los mecanismos internos o inconscientes, como la circulación sanguínea, los latidos del corazón, la digestión, los anticuerpos, el ADN, las emociones, los sueños, la memoria subconsciente, el destino y el recuerdo de otras vidas.

La consciencia del ego, como consecuencia de su especialización en el ámbito terrenal y social, se caracteriza por mantenerse desconectada de cualquier proceso interior biológico, ignorar la existencia del otro, temer a la muerte y creerse el ombligo del mundo. De ahí que se le llame egoísmo a comportarse con miedo y cobardía, como si nada ni nadie importara más que nuestra vida, y la existencia fuera puro “sálvese quien pueda”.

Por su parte, el otro o yo espiritual se caracteriza por un desinterés casi absoluto por los acontecimientos exteriores y por la vida social del cuerpo cuyo funcionamiento dirige en silencio y desde las sombras. Para ello, la supervivencia física es secundaria comparada con la evolución integral del ser que compone y trasciende a todas sus pequeñas vidas y muertes físicas; por lo que su influencia sobre el ego se limita a editar la memoria cotidiana para censurar recuerdos traumáticos y potenciar otros más placenteros o útiles, y a enviarle esporádicamente advertencias y quejas en forma de sueños, premoniciones, visiones, augurios, achaques nerviosos y enfermedades psicosomáticas, etc.

Es decir, que los humanos no contamos con un canal natural de comunicación directa entre el yo y el espíritu; ambas consciencias actúan por separado y con total independencia una de la otra, al menos en la mayoría de las personas. Sin embargo, desde la noche de los tiempos han existido individuos con un vínculo espiritual más estrecho, capaces de acallar el pensamiento egoísta y ceder al otro temporalmente el control de sus movimientos y gestos, de su mirada y de sus cuerdas vocales para que pueda expresarse.

Ese estado se llama trance y entrar en él es un don con el que se nace, pero que también puede alcanzarse a través de ciertas técnicas esotéricas, como los trances inducidos por plantas de poder, meditación, aislamiento, ayunos y abstinencias, mediumnidad, danzas extáticas, hipnosis, rituales sagrados y el uso de fetiches, prendas o artefactos mágicos, como los nkisis, mpakas y ndoyis utilizados por los paleros, y otros artefactos parecidos empleados por los brujos de todas partes del mundo para comunicarse con los espíritus, salir de sus cuerpos y visitar otras dimensiones, como el ensueño y el plano astral.

El modo más sencillo y rápido de entrar en trance es tomando plantas de poder, pero su uso continuado puede perjudicar la cordura del practicante, por lo que se aconseja reservarlo para ocasiones especiales y para abrir los canales espirituales de los aprendices.

La meditación, en cambio, es una forma de entrar en trance muy segura y sana para el cuerpo, aunque su práctica puede resultar demasiado monótona e incómoda para quienes no están acostumbrados a sentarse inmóviles en el suelo durante mucho rato.

En los cultos afroamericanos preferimos entrar en trance danzando y cantando. Cuando el cerebro está enfocado en recordar la melodía y la letra de un mambo (canción, rezo) y su cuerpo en mantener la coreografía y el ritmo correctos, el pensamiento egoísta se calla y puede escucharse la voz del espíritu y de otras entidades.

También los fetiches o artefactos mágicos tienen el poder de atrapar la atención de quien los mira y dejar su pensamiento en blanco para que las entidades que los habitan, u otros espíritus que se encuentren cerca, puedan proyectar imágenes y palabras en su mente.

A su vez, la mediumnidad es la capacidad que tienen algunas personas, llamadas popularmente caballos de santo en Ocha y perros de prenda en Palo Monte, para entrar en trance y dejar que los espíritus tomen brevemente el control de sus cuerpos y puedan manifestarse, responder preguntas, sanar enfermos y ayudar en los trabajos en general.

Por último, quiero mencionar una técnica de trance que es puramente criolla, surgida en el crisol multicultural que fue América Latina durante 400 años de esclavitud y colonización europea. Me refiero a la costumbre de sentarse por las noches en una mecedora a fumar tabaco y mirar las estrellas. Tras una larga y calurosa jornada de trabajo en el trópico, el suave balanceo del cuerpo en el sillón, la respiración lenta y profunda de las bocanadas de tabaco, al ritmo del canto de millones de grillos y la vista perdida entre las formas que van creando el humo y los reflejos del firmamento, los músculos se relajan y la mente se queda en blanco, permitiendo que aflore la voz interior del espíritu y atrayendo a otras entidades.

Las personas religiosas que practican esta modalidad del Nuevo Mundo, especialmente los espiritistas, suelen beber café antes de empezar para no dormirse durante el ritual, y a cada rato atomizan buches de malafo o de ron a su alrededor para refrescar y atraer a los espíritus. Pero debo aclarar que no es necesario tragarse el humo ni el licor para lograr el trance; solo tomarlos y expulsarlos con la boca como un surtidor.

Tampoco es imprescindible encontrarse en el campo para practicar esta técnica. Podemos sustituir el canto de los grillos por la sinfonía de las olas del mar, el viento en una montaña, el suave sonido de una ciudad de madrugada o, incluso, por algo de música.

Los nganguleros usamos mucho este sistema, al cual llamamos “darse sillón”, pero meciéndonos frente a la prenda y soplando malafo y nsunga sobre ella. Si nadie nos interrumpe, podemos pasar así varias horas a solas con la nganga. Observarla y estudiarla con detenimiento es como asomarnos a nuestra propia alma, pero de eso ahondaré más en un próximo post.

Volviendo al tema que nos trae hoy aquí y para que se hagan una mejor idea de las implicaciones que tiene la dicotomía entre ego y espíritu para la humanidad, debemos entender que es un fenómeno único en la naturaleza. Ninguna otra criatura viviente de este planeta posee, como nosotros, una vocecita en la cabeza que no para de parlotear, quejarse y compadecerse de sí misma e interpretar la realidad de modo que siempre gire a su alrededor. Es cierto que existen animales muy inteligentes, como los perros, los delfines y los cuervos, por ejemplo, con sus propios recuerdos y emociones, igual que los humanos; pero no hay otra especie además de la nuestra con un ego que se cuestione el sentido de la vida, que critique la realidad y trate de transformarla a su medida, que se sienta especial entre todos los seres del universo y sufra por temor a la muerte.

Los animales, las plantas y los minerales poseen espíritu, pero carecen de ego. Los seres humanos éramos poco más que bestias hasta hace unos cuantos miles de años, cuando el ego despertó en nuestra mente como efecto secundario del extraordinario desarrollo del lenguaje verbal de nuestra especie. En toda la evolución, solo en los humanos germinó el don de la palabra; el fruto prohibido a los mortales y reservado a los dioses que un día mordimos y del que brotó el ego de la humanidad; el amargo precio que pagamos desde entonces por la sabiduría.

Somos la única especie que conoce los mecanismos que rigen la naturaleza y que podría hacer de este un mundo mejor, pero también somos la única desconectada del espíritu que nos anima a nosotros y a todas las demás criaturas; pues la densa sombra del ego oculta su discreto resplandor a nuestros sentidos, atrofiados tras milenios de intelectualización.

Así que no solo tenemos dos consciencias en vez de una, como creíamos, sino que, además, nuestro espíritu tampoco es único. Esa energía consciente a la que llamamos alma o espíritu es la misma que anima a todos los seres del planeta y emana de una sola fuente, que es Nsambi, el misterio primordial.

Al morir el cuerpo, la consciencia del ego se apaga automáticamente. Desaparece en un instante, llevándose consigo casi todos nuestros recuerdos, penas y glorias terrenales, como si nunca hubiéramos existido. El espíritu descarnado sobrevive y continúa su viaje, pero de la persona o ser social que fuimos solo quedan sombras y huellas.

A no ser que en vida hayamos alcanzado un alto nivel de evolución espiritual o iluminación, como los monjes que se convierten en budas y los chamanes o brujos que aprenden a trascender la muerte, el espíritu liberado se desprenderá del lastre de nuestra identidad, de la que solo conservará algunos ecos.

Por esa razón es que los nfumbes se manifiestan de un modo tan confuso y apenas recuerdan su nombre y algunos lugares y personas que les impactaron en vida. Cuando los brujos los invocan, las entidades que acuden al reclamo no son las almas de esos difuntos, sino las resonancias de sus vidas grabadas en las paredes del universo; reflejos fantasmales del pasado animados por la propia energía espiritual de quien los llama.

Y esa es también la razón por la que los nganguleros podemos trabajar con muchos nfumbes distintos, pese a tener kongome (huesos, restos) de un solo muerto en la prenda; pues hemos descubierto que todos los muertos son manifestaciones de una misma entidad espiritual: el Muerto. Al igual que el agua es siempre agua, aunque adopte la forma de cada recipiente por los que pasa. Incluso podemos tomar una kriyumba anónima, como las que se encuentran en fosas comunes, darle un nuevo nombre y convencer a su amnésico fantasma de que esa fue su verdadera identidad.

Cuando el espíritu se asienta en nuestro cuerpo, somos personas. Cuando lo abandona, somos el Muerto. Y cuando retorna a la luz del Creador, somos uno con Nsambi; somos Dios.

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jueves, 5 de septiembre de 2024

¿Quién es El Muerto?




Al igual que las ofrendas de tabaco, café y aguardiente de caña de azúcar, la misteriosa figura o concepto de El Muerto -así como suena en español; en singular y con mayúsculas- es un elemento común en todas las religiones o reglas mágicas afrocubanas, como la Santería o regla yoruba, las reglas congas o de Palo Monte, la regla Abakuá y el Espiritismo Cruzado. Aunque carezca de traducción exacta o equivalencia directa en los distintos dialectos africanos (bantúes, yorubas, nigerianos, etc.) que se hablan en Cuba.

Cada cultura africana que arraigó en la Isla durante la época colonial trajo consigo sus propias palabras para referirse a los muertos o espíritus de personas difuntas en general. Los santeros, por ejemplo, usan el vocablo yoruba éggun para hablar de los muertos y los paleros emplean el vocablo bantú nfumbe. Sin embargo, ninguno de aquellos pueblos africanos poseía al llegar a la isla, que sepamos, una palabra especial para distinguir a El Muerto; en singular y con mayúsculas, como si fuera un nombre propio, título o apodo. Tampoco en las religiones cristianas ni en la hechicería europea, ni en el vudú caribeño ni en las reglas de Brasil encontramos un término similar; por lo que podemos concluir que se trata de un concepto espiritual puramente criollo cubano.

Santeros, paleros, ñáñigos y espiritistas cubanos reconocen a El Muerto como uno de sus principales aliados espirituales, pero existe muy poca información o ninguna -que yo sepa- que explique con precisión quién es El Muerto, para qué sirve o qué papel juega en la liturgia de estas religiones. Intentaré arrojar luz sobre esta cuestión que tanta confusión provoca, especialmente entre los nuevos ngueyos.

El Muerto, al igual que La Nganga, es un aporte criollo a las tradiciones mágicas africanas, europeas y de los aborígenes cubanos que se encontraron y fundieron en la isla entre los siglos XVI y XIX. Su figura, un tanto nebulosa e imprecisa, es un concepto aún en evolución, pero del cual ya se perfilan algunos rasgos:

El Muerto es todos los muertos a la vez. Es la sustancia única -distinta a la de cualquier otra forma de vida- de que están hechos todos los espíritus de las personas fallecidas desde que nuestra especie salió a la palestra.

El Muerto es, por tanto, el tótem de la humanidad y los vivos podemos atraparlo o pactarlo y contenerlo en los restos -especialmente en los óseos- de cualquier difunto; de igual forma que podemos contener el tótem de todos los tigres en la piel o en los huesos de cualquier tigre, el tótem de todos los toros en cuernos de cualquier toro, el tótem de las águilas en plumas de cualquier águila, el tótem de las tortugas en carapachos de cualquier tortuga, etc.

Cada individuo posee su propio Muerto, que es la suma de todos los espíritus de su cordón espiritual, de su linaje religioso, de sus santos favoritos y de los que habitan sus nkisis o prendas mágicas; pero a su vez, ese Muerto individual es solo un avatar de una misma entidad superior.

Por otra parte, y aquí viene lo más misterioso del tema, El Muerto es también El Vivo. La consciencia inmaterial colectiva que habla a través de los muertos que invocamos es la misma que habla a través de los vivos, solo que desde otra dimensión o estado de existencia. La misma consciencia que invoca en voz alta a los espíritus es la entidad que responde en forma de sueños y augurios, o a través de oráculos, trances y posesiones.

Para decirlo de otra manera, cuando El Muerto te habla, eres tú mismo, pero muerto y desde el más allá, donde el tiempo no significa nada. Por eso se nos pone la carne de gallina y los pelos de punta cuando sentimos la presencia de un nfumbe, pues lo que realmente percibimos es a nuestro propio espíritu descarnado, ya libre de la pesada carga del cuerpo físico y de los sufrimientos del mundo terrenal, recordándonos lo breve e insignificante que es nuestra vida comparada con el misterio infinito que nos depara la muerte.

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domingo, 18 de agosto de 2024

¿Hacer Brujería es Malo? (continuación de El Nsila: ¿Destino o Libre Albedrío?)

Obra de Palo Monte ante la Nganga
del Tata Montenegro

Pero, si Dios no juzga, ¿significa que no existe el pecado y que podemos cometer cualquier crimen, delito o injuria en este mundo sin temor a ser castigados en el otro?

Sí y no. El Bien y el Mal existen, pero solo en la mente humana. Ninguna otra forma de vida, ni animales, plantas, hongos, etc., se rige por esos u otros conceptos abstractos. En la naturaleza, la muerte y la vida dependen una de otra, y lo que es bueno para unos siempre resulta malo para otros.

Lo que es bueno para una oveja no lo es para la hierba de la que se alimenta. ¿Es acaso mala la oveja? Lo que es bueno para el lobo no lo es para la oveja que devora. ¿Es malo el lobo? ¿Y el hombre que mata al lobo que se come a sus ovejas, es bueno o es malo? ¿Y el hombre que mata a otro hombre para robarle las ovejas y alimentar a sus hijos con ellas, es malo o es bueno?

Obviamente, lo que es bueno y lo que es malo son distinciones relativas a la experiencia individual de cada ser vivo; salvo en el caso de los humanos, que hemos creado tradiciones y leyes para regular el bien y el mal dentro de la burbuja artificial de la sociedad.

Por tanto, los pecados existen, pero como obra del hombre, no como leyes dictadas por Dios; y prueba de ello es que las leyes y convenciones sociales que los juzgan varían mucho de una cultura a otra. Para los hinduistas y budistas, por ejemplo, matar animales puede ser pecado; mientras que en Occidente no. Para los cristianos, la lujuria es pecado, pero en muchas religiones orientales, como el yoga, el taoísmo y el tantrismo, se cultiva y emplea la energía desprendida de los actos sexuales en el desarrollo espiritual. En la antigüedad, el suicidio se consideraba una forma honorable de acabar con una vida desgraciada y no fue hasta el medievo, cuando la peste bubónica diezmó la población del viejo mundo, que sus líderes religiosos, temiendo que desapareciera la civilización, decidieron excomulgar a los suicidas para reducir en lo posible las cifras de muertos.

Incluso matar a otro ser humano puede ser considerado pecado o no, dependiendo de un sinnúmero de circunstancias y de factores sociales, culturales y religiosos. Y es que el propio concepto de justicia, que define lo que es justo o injusto, crimen o castigo, legal o ilegal, etc., es una apreciación subjetiva y siempre relativa al devenir histórico de cada sociedad.

Dios no nos castigará por nuestros errores terrenales, ya que Dios Creador es todo amor y no castiga. Será nuestro propio espíritu individual quien nos condenará y mortificará con terribles pesadillas y sentimientos de culpa y humillación, tanto en la tierra como en el más allá, hasta que entendamos y superemos aquellos que consideramos nuestros pecados. De esa forma, nuestra energía espiritual podrá sublimarse y ascender, ya limpia de toda mácula terrenal, hacia la luz divina.

Actualmente, la práctica de la brujería o hechicería está prohibida legalmente en muchos países del Tercer Mundo, como Ghana, Malawi, Arabia Saudita, Tanzania, República Centroafricana y Marruecos, y castigada con multas, cárcel e incluso penas de muerte. En contraste, en las naciones desarrolladas se respeta la libertad de culto, permitiendo a las personas adorar incluso a Lucifer si así lo desean.

Existe un resurgimiento de las artes oscuras en todas partes, debido en gran medida al fracaso de las grandes religiones monoteístas, como el judaísmo, el cristianismo y el islam, así como de las ciencias modernas, en hacer de este un mundo más justo y feliz. Los sacerdotes han defraudado la confianza depositada en ellos por los creyentes, abusando sexualmente de sus hijos o convenciéndoles de que vayan a la guerra, maten y se inmolen en nombre de Dios. Mientras tanto, las tecnologías hacen estragos en la ecología y convierten a las personas en esclavos de sus productos y servicios, incapaces de sobrevivir fuera de la artificiosa realidad “civilizada”.

Brujería, hechicería y magia negra son algunos de los epítetos peyorativos que han usado las religiones monoteístas, y posteriormente las ciencias modernas, desde que aparecieron hace algunos siglos, para descalificar los cultos mágicos o chamánicos tradicionales milenarios. Estos términos han sido utilizados para señalar y marginar a sus practicantes, calificándolos de salvajes, primitivos, malvados e ignorantes, y desplazándolos y suplantándolos por sus propios credos, templos y sacerdotes.

El pensamiento mágico, el chamanismo y demás artes esotéricas, en cambio, han acompañado a la humanidad desde su alumbramiento en la noche de los tiempos, educándonos en el amor y el respeto por la naturaleza, en la autosuficiencia y la libertad. Sus variadas disciplinas emplean los conocimientos secretos acumulados durante miles de años por nuestros ancestros para curar los males del cuerpo y del alma, proteger de maleficios y espíritus oscuros, propiciar la caza, favorecer las cosechas y la fertilidad de las mujeres, atraer el amor y la armonía del hogar, resolver disputas con sabiduría y defenderse con fuerza de sus enemigos.

Brujo, hechicero, palero o chamán es lo mismo: un hombre o mujer que ama la naturaleza en estado puro, que vive en la frontera entre la civilización moderna y el mundo mágico ancestral, que conoce las propiedades de las plantas y el carácter de cada especie animal de su entorno, que trata lo mismo con gente viva que con muertos y espíritus del monte, que es autosuficiente e independiente y no se inclina ante nadie, que se rige por su propia ley y ayuda a quien le ayuda y revienta al que se le enfrenta, y protege a sus aprendices como a hijos propios, educándolos con espíritu guerrero para que se abran camino en el mundo con voluntad y valentía. No sé ustedes, pero si algo de eso es malo, entonces yo prefiero ser malo.

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miércoles, 14 de agosto de 2024

El Nsila: ¿Destino o Libre Albedrío?

El destino y el libre albedrío son conceptos opuestos, pero no incompatibles; se complementan y coexisten a lo largo de toda la vida, como las dos caras de una misma moneda. El destino es el nsila o camino que Dios escribe para cada persona, mientras que el libre albedrío es el derecho que también nos ha dado Dios para elegir libremente todas nuestras decisiones. Estas decisiones, al final, nos conducirán al cumplimiento previsto de nuestro nsila.

Esta aparente contradicción se explica al entender que las leyes del tiempo solo funcionan en el plano material y no en el plano espiritual, donde existen los dioses, nfumbes y demás entidades espirituales carentes de limitaciones temporales. Desde su dimensión metafísica, pueden ver toda la vida de una persona de un solo vistazo: su nacimiento, desarrollo y muerte a la vez, y revelar su destino.

Es decir, Dios no dicta nuestros destinos ni nos obliga a recorrerlos, ya que no los inventa; simplemente los ha visto y sabe qué ocurrirá a cada paso. Él conoce nuestro destino, pero quienes verdaderamente lo escribimos con cada decisión que tomamos somos nosotros. Esa es la razón por la que Dios jamás interviene en los asuntos humanos; nos creó con consciencia y voluntad propia para que podamos escribir nuestras vidas con total libertad.

Usando un lenguaje más moderno, podríamos decir que el destino es lo que está escrito en el ADN humano y en su inconsciente colectivo: la herencia genética y psicológica de todos y cada uno de nuestros ancestros que moldea la materia vital y la convierte en seres humanos de carne y hueso con determinadas características biológicas y tendencias psicológicas, como el color de piel y de ojos, tipo de cabello, rasgos faciales, enfermedades congénitas, miedos, creencias, habilidades innatas, etc. Mientras que el libre albedrío vendría a ser la propia vida: todo lo que decidimos y hacemos individual y voluntariamente en este mundo desde que tenemos uso de razón hasta el momento de la muerte.

Los mortales podemos escapar parcialmente del destino combinando fuerza de voluntad y sabiduría. La voluntad se moldea con disciplina y perseverancia, y se dirige hacia nuestros sueños y metas. La sabiduría, por su parte, es cualquier conocimiento o poder que nos permita vislumbrar el futuro para saber qué cosas se pueden cambiar y cuáles no. Por eso es sabio consultar con los espíritus antes de embarcarnos en cualquier proyecto o empeño importante, para saber de antemano si tiene posibilidades reales de cumplirse, aunque implique cambiar parcialmente el nsila del consultante o el de otras personas.

Dios puede verlo todo en todo momento con absoluta claridad, pero nosotros no podemos ver más allá del presente ni tampoco podemos preguntarle directamente, ya que nunca responde. Si lo hiciera, el mundo sería un caos y la gente dejaría de vivir, luchar, crear y crecer para pasarse el tiempo comunicándose con el Cielo. Por lo tanto, no nos queda otro remedio que invocar a espíritus y dioses menores, como nfumbes, nkisis, mpungus y karires, que son miopes en comparación con la vititi o vista del Creador, con el fin de atisbar el porvenir y, en base a eso, tomar nuestras decisiones.

Y digo atisbar, porque las visiones del futuro obtenidas a través de los ojos de dichas entidades intermedias suelen ser borrosas o confusas. Preguntarles por los posibles caminos de una persona en particular es como si estuviéramos mirando un enorme hormiguero, que simboliza a la humanidad, con millares de diminutas hormigas moviéndose unas sobre otras sin parar, e intentáramos aislar y seguir con la mirada la trayectoria de una sola hormiga entre todas las demás.

Concluyendo: Nsambi nos crea y nos observa, pero no nos juzga, pues sería como juzgarse a sí mismo. Somos su obra y nos contempla, pero no interviene en nuestras decisiones ni nos juzga por ellas, ya que sería como hacerse trampas a sí mismo jugando al solitario. Nos observa siempre con amor, hagamos lo que hagamos, pues somos su obra y en ella se ve reflejado a sí mismo; al igual que un hombre observa su rostro en el espejo y descubre canas y arrugas nuevas, que le pertenecen, pero que crecen a su aire, libre e independientemente de su voluntad. 

Saludos a todos y que Nsambi acutare,

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lunes, 22 de julio de 2024

¿Cómo se monta un resguardo de Palo Monte?

Los resguardos paleros son amuletos de protección y suerte llamados makutos o nchilas. En el dialecto congo que se habla en Cuba, makuto significa envoltorio y nchila, corazón; por lo que podemos decir que un resguardo palero es como un corazón mágico que late con vida propia dentro de su envoltorio o recipiente.

Para hacerle un resguardo a una persona, necesitamos sus datos y su rastro o foto para registrarlo y averiguar la carga o ingredientes que contendrá su amuleto, y la forma, colores y adornos que llevará externamente; en dependencia del signo y de su correspondiente entidad guía o de cabecera, que saque el consultante durante el registro. Para aprender a sacar el signo de cabecera puede consultar aquí: https://palomontenegro.blogspot.com/2024/07/los-16-signos-basicos-de-chamalongo.html.

Los resguardos pueden envolverse con telas e hilos de los colores correspondientes al nsila -camino, signo- revelado en el registro, formando pequeños y apretados fardos endurecidos con cera, que caben en la palma de la mano y pueden llevarse como colgantes o llaveros.

También se puede meter la carga en saquitos de cuero -los más apreciados son los que se confeccionan con el forro de los testículos de un toro o macho cabrío adulto- o de arpillera, dentro de puntas de cuerno -como mini mpakas-, en caracoles, en nueces, en diminutas güiras y calabazas, en piezas de madera tallada con cavidades en su interior, etc.

Muchos tatas adornan sus makutos con cuentas de colores, semillas, cauries, fragmentos de espejo o metal, etc. Detalles exteriores que no son tan importantes como la carga interior, pero que ayudan a evitar el mal de ojo; acaparando la atención de la gente con sus llamativos elementos; y además sirven de bandera o identificación entre religiosos.

La carga debe contener elementos vegetales, minerales y animales - entre los que no deben faltar serrines de nkunias o palos, ntotos o tierras, limallas de distintos metales y mpolos o polvos de huesos- de propiedades, lugares y simbolismos benéficos, de protección y suerte, correspondientes a la entidad guía o de cabecera y que, por supuesto, estén representados en la nganga del tata que esté fabricando el resguardo.

Pueden consultar las características de los innumerables ngandos o materiales y sustancias empleados por los paleros; sus particularidades mágicas, atributos formales y correlaciones esotéricas en: https://palomontenegro.blogspot.com/2024/01/como-se-monta-una-nganga-de-buey-suelto.html.

Un buen makuto debe llevar: rastro del tronco del cual es gajo; serrín de 3 palos rojos y/o blancos -la proporción depende del nsila de su dueño. Si la persona precisa, por ejemplo, más salud o protección que suerte, se le ponen 2 ó 3 palos blancos; mientras que, por el contrario, si lo que se desea potenciar más es la fortuna y el éxito, se le ponen 2 ó 3 palos rojos- limallas de 3 metales -entre oro, plata, hierro, cobre, estaño y plomo. El oro y la plata potencian principalmente la fortuna; el cobre la suerte y el amor; el hierro el trabajo, el triunfo y el poder; y el estaño y el plomo la salud, la videncia y el éxito intelectual, creativo y espiritual, en general-, un fragmento de imán, otro de cuarzo y una gota de mercurio.

También se pueden agregar otros palos, metales, cristales, etc; para fortalecer determinadas cualidades del makuto; aunque implique -una de dos- restarles espacio a los demás ingredientes o incrementar el tamaño y peso final del resguardo.

El montaje del makuto constituye un ritual que se inicia saludando al nkisi del tata y a las entidades guías o de cabecera del ngueyo o ahijado que lo recibirá, señaladas en el registro previo. A continuación, se traza la firma del trabajo y encima empezamos a cargar el envoltorio o recipiente elegido para el resguardo con ingredientes correspondientes a dichas entidades. Se van mencionando en voz alta las diferentes nkunias, ntotos, mataris, ngandos, etc; y consultando con tiradas simples de chamalongos si deben incluirse o no en la carga, hasta llenar por completo el receptáculo.

Hagamos aquí un paréntesis para ahondar en el tema de las firmas patipembas, nfembas o mpembas; que, literalmente, significan trazos de yeso o, simplemente, yesos. Cada brujo atesora las firmas heredadas de sus padrinos y las descubiertas a lo largo de su propio camino; pero, para los que son Buey Suelto o no quieren repetir como papagayos signos que no comprenden, intentaré explicar la lógica de su funcionamiento a través de algunas imágenes de firmas elementales o universales de makutos, que ilustran su configuración paso a paso:

Una mpemba elemental para preparar un makuto consiste en un cuatro vientos o cruz de flechas con un rombo en su centro y un círculo a su alrededor. Las flechas simbolizan la apertura de caminos en todas direcciones; el círculo representa a los nfumbes y el plano espiritual; mientras que la figura del rombo simboliza el nchila o corazón mágico y en el interior de su dibujo se coloca el objeto que servirá de receptáculo del resguardo que vamos a montar.

A su vez, el signo de la persona para quien se monta el makuto se expresa con 8 marcas -pequeñas cruces y/o círculos que representan las energías positivas y negativas, respectivamente- dispuestas de dos en dos en cada una de las cuatro áreas de la cruz: cuatro dentro del rombo y cuatro en el círculo.

Después de cargado completamente hasta sus bordes, se sella el makuto con cera derretida y se decora por fuera con atributos del signo o mpungu de cabecera y/o sugeridos al tata por inspiración espiritual.

Una vez sellado el resguardo se coloca dentro de una güira o plato sobre la firma dibujada en el suelo, frente a la nganga, y se realizan las ofrendas y sacrificios de rigor sobre el fundamento y sobre el gajo que acaba de nacer.

Por último, se arrojan los chamalongos una vez más para saber si todo está Oká y ya se puede cerrar el ritual y, en caso afirmativo, se arrean con fula los nfumbes para que completen la obra en el plano astral o más allá. El makuto terminado quedará tomando sombra o poder de la prenda con una vela blanca o del color del mpungu de cabecera, hasta que los nfumbes concluyan su trabajo y vuelvan al munanso, entre tres y siete noches más tarde, y pueda ser entregado a su dueño.

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miércoles, 17 de julio de 2024

Los 16 Signos Básicos de Chamalongo

Los signos básicos de Palo Monte son las 16 posiciones que pueden adoptar 4 conchas o chamalongos al disponerse equitativamente sobre las 4 áreas formadas por una cruz o cuatro vientos. Como podemos apreciar en el gráfico, cada signo corresponde a una o varias de las principales entidades paleras; como mpungus, nkisis, nkuyos, nfumbes y karires; y a sus equivalentes yorubas.

Estos signos se emplean en los registros para averiguar las características fundamentales del temperamento de cada individuo -defectos y virtudes, debilidades y puntos fuertes, inclinaciones sexuales, salud, etc- y las divinidades o fuerzas sobrenaturales que influyen, para bien y para mal, sobre su nsila o destino.

Este sistema de consulta se compone de dos tiradas. En la primera se definen las características de la persona; su pasado, su presente y su mpungu de cabecera; mientras que en la segunda se observan sus diferentes caminos o posibilidades futuros, las entidades que intervendrán en su vida, y las profecías, augurios, tabúes y demás recomendaciones que surjan en el registro.

Los signos de ambas tiradas se superponen sobre el cuatro vientos; quedando el primero encerrado en el círculo y el segundo, en su exterior. La fusión de las dos tiradas crea un nuevo signo más complejo; de ocho marcas; que es el signo definitivo del consultante -y la raíz de su mpemba o firma individual. Tema para un próximo post que estoy preparando-; como podemos ver en la imagen.

Es decir, que cada uno de los 16 signos básicos puede combinarse con el resto 16 veces, para formar los 256 signos dobles o complejos que describen los principales tipos de nsilas o destinos de las personas. Para hacernos una idea mejor, pero sin extender demasiado el texto, pongamos de ejemplo 12 signos de Nkuyo Lucero; ya que los otros 244 signos funcionan del mismo modo:

Los 16 Signos Básicos de Chamalongo:

-Nkuyo, Lucero, Mañunga, Cuatro Vientos: Rige dos signos que se refieren a la suerte, el azar, el destino, los caminos o posibilidades, los obstáculos y los atajos, la astucia, la “calle”, la amistad, las relaciones sociales, las comunicaciones, el don de la palabra o labia, la intuición, la videncia, la creatividad, los juegos, las bromas, las diabluras y el sentido del humor.

Atributos: Mineral de meteorito o piedra de encrucijada. Color rojo intenso. Fiera o animal principal: perro jíbaro, zorro, coyote, jabalí. Animal de sacrificio: Perro, jutía, gallo -especialmente el negro de cresta roja-, cabrito negro. Sincretismo: Eleggua, Eshu.

-Sabranu Nsasi, 7 Rayos: Rige dos signos que hablan de carisma, popularidad, fama, gloria, nobleza, grandeza, atractivo varonil, música, baile, fiesta, promiscuidad, talento para las artes escénicas, la seducción, la política y los negocios, enemigos, rivalidades, liderazgo natural, padre, patriarca, suerte, éxito, visión.

Atributos. Matari de rayo. Color bermellón o rojo claro. Fiera o animal principal: tigre, león, toro. Animal de sacrificio: Tortuga, gallo -especialmente el blanco de creta roja-, novillo, carnero, venado. Sincretismo: Shangó.

-Pandilanga, Tiembla Tierra, Mamá Kengue: Rige un signo que abarca la actividad tectónica, los terremotos y volcanes, las montañas, la pureza, la moral, la ética, la justicia, las leyes, la sabiduría, el intelecto, la literatura, las ciencias abstractas, la religión, la docencia, la memoria, la salud mental, las adicciones, los trastornos nerviosos, sexuales y psicosomáticos.

Atributos: Matari de montaña, volcán o zona sísmica. Color blanco, marfil. Fiera o animal principal: Elefante, rinoceronte, buey, búfalo. Animal de sacrificio: Aves de color blanco o claro, como gallos y palomas; becerros, bueyes. Sincretismo: Obbatalá.

-Kobayende, Pata Llaga, Tata Pansua: Su signo rige las enfermedades, epidemias, pestes, adicciones y miserias de la vida; malformaciones, discapacidades físicas, hospitales, asilos de ancianos, hospicios, mendigos, ermitaños, médicos, enfermeros, farmacéuticos, etc.

Atributos: Matari de monte o de pantano. Color morado. Fiera o animal principal: Tiñosa, buitre, hiena, perro callejero. Animal de sacrificio: Chivo con barba, gallina de Guinea, gallo, paloma. Sincretismo Babalú Ayé.

-Sarabanda, Rompe Monte, Vence Batalla: Rige el trabajo y la fuerza, el esfuerzo físico, la voluntad, los deportes, las artes marciales, las armas, las herramientas, el hierro, los metales, la vida militar, la guerra, la belicosidad, la ira, la violencia, alcoholismo y otros vicios, criminalidad.

Atributos: Mineral de hierro, piedra de forja o de ferrocarril. Color verde, negro y rojo. Fiera o animal principal: Leopardo, jaguar, guepardo, macho cabrío. Animal de sacrificio: Chivo, gallo, tiñosa. Sincretismo con Oggún.

-Watariamba: El signo de Cabo Ronda, Mundo Nuevo -considerado por muchos paleros como un avatar de Sarabanda- rige la caza, las persecuciones, la policía, los juzgados y la cárcel.

Atributos: Matari de hormiguero bravo. Color verde y azul cielo. Fiera o animal principal: Perro de caza, perro policía, halcón, águila. Animal de sacrificio: Los mismos de Sarabanda y todas las aves salvajes. Sincretismo con Ochosi.

-Ngurufinda: Este signo, más que regir, es el monte mismo; las selvas, bosques y maniguas; toda su flora, las criaturas que la habitan y las actividades relacionadas con la jungla en estado puro; como exploradores, guardabosques, botánicos, zoólogos, yerberos, curanderos, brujos y chamanes; y, por extensión, con las zonas rurales y la vida en el campo, en general; la agricultura, la ganadería, la medicina veterinaria, la ecología, etc.

Atributos: Matari del monte, machete, pipa de tabaco, color verde y marrón. Animales y aves salvajes. Sacrificio de cualquier animal macho. Sincretismo con Osain.

-Kalunga, Baluande, Madre de Agua: El signo de los océanos y las profundidades marinas que rige la navegación, los naufragios, los ahogados, la pesca, los viajes que cruzan océanos, la fauna marina, la biología, los puertos y astilleros, las islas y zonas costeras, las mangas de agua, maremotos, huracanes y tifones; las emociones profundas, el amor de madre, la melancolía, la nostalgia, las lágrimas, las despedidas y las separaciones, las migraciones, éxodos y destierros.

Atributos: Matari del mar. Color azul marino. Fiera o animal principal: tiburón, barracuda, pez víbora. Animal de sacrificio: Gallina blanca o de Guinea, gaviota, pelícano, paloma, peces y mariscos. Sincretismo con Yemayá -Olókun.

-Ngonda Nkisi, Mamá Canasta: Este signo habla de la Luna y su relación con el mar y las aguas. Sus faces rigen las mareas, los ciclos menstruales, los estados de ánimo, el comportamiento de los animales, la astrología, la cartomancia, la magia femenina y los rituales nocturnos. También se le relaciona con la imaginación, la creatividad, la literatura fantástica y la sensibilidad espiritual.

Atributos: Matari de meteorito. Color gris claro, plata. Fiera o animal principal: Lobo, lechuza, búho. Animal de sacrificio: Los mismos de Madre de Agua y Mamá Chola. No posee un sincretismo directo con ningún orisha en particular, pero sí una estrecha relación con Yemayá y Oshún.

-Chola Wengue: Los signos de Mamá Chola rigen las aguas dulces, los ríos, lagos, lagunas, ojos de agua, manantiales, pozos, represas, estanques y pantanos; así como la fauna y flora característica de esos lugares y los espíritus de agua que los habitan; la dulzura, el placer, la sensualidad, la belleza femenina, el amor, la fertilidad, las embarazadas, las prostitutas, la abundancia, la riqueza, la seducción, la magia sexual.

Atributos: Matari lisa de río, laguna u ojo de agua dulce. Color amarillo, ámbar, dorado, cobrizo, anaranjado. Fiera o animal principal: cocodrilo, piraña, boa, majá. Animal de sacrificio: Gallina de Guinea, pato, grulla, garza, ganso, pavo real, guanajo, cisne, flamenco, faisán, codorniz, paloma. Sincretismo: Oshún.

-Centella Ndoki, Viramundo: los signos de Mariwanga rigen los vientos y los fenómenos atmosféricos violentos, como los tornados y las tormentas de centellas; los cambios bruscos, las mujeres machunas, mandonas o independientes, dominantes, celosas, desconfiadas, vengativas, irascibles o de armas tomar; grandes brujas, guerreras, jefas, mujeres que destacan el mundo de los negocios, el crimen y la política. Por sincretismo se le añaden características de la orisha yoruba Oyá; como reinar en el cementerio y sobre los égguns o nfumbes; especialmente sobre los ndokis o muertos oscuros.

Atributos: Matari de rayo. Color granate o rojo oscuro. Fiera o animal principal: Hembra de león o de cualquier otra fiera felina. Animal de sacrificio: Gallina -de cualquier color, menos blanco-, hembra de cualquier felino o rumiante. Sincretismo con Oyá.

-Los nfumbes, nfuris, ndokis y karires: Espíritus de difuntos, familiares y ancestros, santos, espíritus guías, muertos oscuros, almas en pena y entidades diabólicas; que rigen los misterios de la muerte física y la resurrección espiritual, la nigromancia, la hechicería, la iniciación esotérica y el plano astral o Más Allá.

Los nfumbes no poseen atributos propios, pero sí los Karires -Lugambé, Lukankasi, Kadiampembe y Ndoki-: Matari de cueva subterránea o fosa común. Color negro. Fiera o animal principal: Felino negro de ojos claros, murciélago, cuervo, serpiente venenosa, criaturas con dos cabezas u otras deformidades. Animal de sacrificio: Gatos, cabritos, gallos, palomas y otras aves de color negro. Sincretismo con los égguns yoruba, con la Muerte y con el Diablo.

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