miércoles, 26 de febrero de 2025

Aprendiendo las firmas de Palo Monte

Tratado Kimbisa de Buey Suelto 1ª parte


La dimamanga o lenguaje de patipembas o firmas del Palo Monte es un lenguaje secreto empleado por los brujos paleros para comunicarse con los espíritus mediante dibujos simbólicos—similares a los del Vudú haitiano—que se trazan en el suelo y sobre algunos objetos litúrgicos del nso nganga o santuario durante los rituales. Este lenguaje se desarrolló en los cabildos congos de la isla de Cuba durante la época colonial, entre los siglos XVI y XIX.

Cada una de las diferentes reglas o ramas paleras—Mayombe, Briyumba, Kimbisa, Chamalongo y Buey Suelto—que surgieron de aquellos cabildos negros cuando, a finales del siglo XIX, fue abolida la esclavitud en la isla, atesora con celo sus patipembas y los métodos para conjugarlas, interpretarlas y aplicarlas eficazmente. A su vez, cada tata posee sus propias variaciones de las firmas originales heredadas de su rama a través de sus padrinos, lo cual va enredando y complicando exponencialmente el aprendizaje de este cautivante idioma esotérico en cada generación y provocando, lógicamente, frustración entre los nuevos ngueyos; especialmente entre los bueyes sueltos que no viven en Cuba y se sienten perdidos a la hora de aprender la dimamanga en solitario. Por eso me propongo, con este artículo o serie, explicar de la forma más sencilla y práctica posible las principales firmas y cómo entenderlas y usarlas.

 

El círculo

El punto o círculo es la figura geométrica más elemental, pues solo contiene una línea o trazo, y simboliza a Kalunga: el infinito vacío original previo al nacimiento de la luz y, al mismo tiempo, el más allá; la oscuridad eterna posterior a la muerte de la luz. Astrológicamente, Kalunga representa al espacio cósmico y, espiritualmente, al mundo de los muertos. Además, se le asocia con el mar, cuya oscura y mortal inmensidad era, a ojos de nuestros primitivos ancestros bantúes, semejante o igual al insondable misterio de la noche y al pavoroso enigma de la muerte; y, por tanto, también corresponde o encarna al elemento agua, fuente de vida y de muerte a la vez; inicio y fin, alfa y omega.

El elemento agua es negativo y femenino, por lo que Kalunga también lo es. Esa es la razón por la que en la dimamanga el círculo puede indicar, dependiendo del contexto en que se utilice o interprete, situaciones, respuestas o entidades negativas, como ndokis (espíritus oscuros) y divinidades acuáticas femeninas, tales como Madre de Agua, Mamá Chola y Ngonda Nkisi.

En las firmas paleras, los pequeños círculos y cruces que se alternan dentro del dibujo señalan las energías o entidades negativas y positivas, respectivamente. Mientras que los círculos grandes suelen formar parte de las patipembas o emblemas propios de mpungus y nkisis de agua. Excepto los grandes círculos que encierran a los demás trazos y elementos, como en el caso de la firma del Cuatro Vientos—un círculo con una cruz dentro—que se emplea para consultar con los chamalongos, y de los círculos que se dibujan alrededor de los oficiantes y participantes para protegerles de las energías y entidades negativas durante los rituales.

La cruz

La cruz es el segundo símbolo básico de las firmas de Palo Monte y representa todo lo opuesto al círculo; es decir, la luz primigenia que rompió la oscuridad eterna y dio origen a nuestro universo, el elemento fuego, la energía positiva y masculina que alumbra la vida, transmuta la materia, insufla el espíritu y enciende la consciencia. Por ende, no es de extrañar que este símbolo luminoso se encuentre presente en todas las culturas prehistóricas y religiones de la antigüedad, asociado al fuego, al sol, a las estrellas y a Dios.

En la dimamanga, las cruces pequeñas que alternan con pequeños círculos indican las fuerzas positivas en contraposición a las negativas, así como las respuestas positivas, verdaderas o afirmativas a las consultas; en tanto que las cruces grandes se forman al cruzar dos líneas o flechas, una vertical y otra horizontal, que, habitualmente, conforman las firmas o emblemas de entidades de fuego masculinas como Nkuyo-Lucero, Nsasi-Siete Rayos, Sarabanda y Lugambé, además del símbolo del Cuatro Vientos.

Si el círculo es siempre negativo, pasivo o receptivo, como las apacibles y expectantes aguas de los óvulos, la cruz que completa al Cuatro Vientos es como el fuego que anima a cada espermatozoide en su odisea por intentar llegar a ellos y fertilizarlos. Este símbolo—el Cuatro Vientos—nos habla de vida, acción, movimiento, espacio y tiempo, ya que nada de eso existía hasta que brotó la luz, y de cómo orientarnos entre los diferentes planos de la realidad.

 

Las flechas

Por lo general, el trazado de las firmas de cualquier obra o ceremonia comienza con una flecha recta troncal o principal en dirección sur-norte. Se empieza desde el extremo inferior, que corresponde a la posición en el espacio del oficiante, y se termina en la punta superior, que señala la posición de la nganga o altar.

Las flechas, tanto las del Cuatro Vientos como las de todas las innumerables firmas conocidas, siempre indican actuación y traslación en el espacio-tiempo. Las flechas horizontales marcan el paso del tiempo: con la punta hacia la izquierda en dirección al pasado, con la punta hacia la derecha en dirección al futuro y con una punta en cada extremo en ambas direcciones, así como la relación entre el agua y el fuego, lo femenino y lo masculino, lo emocional y lo racional, el ying y el yang. Por otro lado, las flechas verticales nos muestran el espacio y los lugares, las metas y los caminos, y la relación entre el aire y la tierra, lo intelectual y lo mundano, lo divino y lo terrenal.

Cuando la flecha vertical apunta hacia arriba indica las preguntas, peticiones y trabajos del brujo hacia los mpungus, nfumbes y demás aliados espirituales que tenga. La flecha vertical hacia abajo representa justo lo contrario, las respuestas, recomendaciones y acciones de esas divinidades aliadas desde el plano astral, donde habitan los dioses y espíritus, en dirección al mundo terrenal de los seres mortales. Cuando la flecha vertical posee dos puntas, una en cada extremo, significa que la acción entre el cielo y la tierra, entre los espíritus y los vivos, entre el tata y sus aliados en el más allá es mutua y se mueve en ambos sentidos.

Las flechas diagonales indican la distancia entre una persona y el cumplimiento de sus sueños u objetivos, o el conflicto entre dos sujetos, sus deseos, actos y objetivos opuestos. Asimismo, pueden representar las obras mágicas aconsejadas por las entidades para vencer enemigos, superar obstáculos y alcanzar metas. Dependiendo de su orientación dentro del Cuatro Vientos, las flechas transversales pueden señalar la trayectoria que deben seguir los nfumbes para llevar los bilongos, macumbas y nkangues recomendados desde la nganga hasta su destino. Encima de estos trazos se colocan los diferentes elementos, sustancias y ofrendas que complementan la receta de dichas obras o trabajos de brujería.

Además, podemos encontrar flechas de todo tipo—verticales, horizontales, diagonales, curvas y serpenteantes—en la composición de las firmas de muchas entidades paleras y de sus hijos (paleros que los tienen como mpungus o nkisis de cabecera). Estas flechas enfatizan determinados números distintivos, como, por ejemplo, siete flechas en la patipemba de Siete Rayos o cinco en la firma de Mamá Chola. También pueden simbolizar ciertos elementos y factores, como rayos, tridentes, astros, cuatro vientos, mpakas o cuernos, ñocas o serpientes, entre otros.

La ñoca, majá ó 21

La flecha serpenteante simboliza a mboma ñoca, la enorme boa endémica de Cuba que puede llegar a medir hasta seis metros de largo. Esta serpiente es adorada como encarnación animal de una mboma, misterio o divinidad acuática, tanto por los aborígenes taínos como por los congos que más tarde llegaron a la isla como esclavos y, posteriormente, por sus descendientes criollos, quienes la conocen como Madre de Agua. En la charada china—juego o sorteo basado en la astrología y el esoterismo tradicional chino, de gran popularidad en Cuba desde mediados del siglo XIX y con significativa influencia en la formación de los cultos sincréticos afrocubanos—mboma ñoca corresponde al número 21, cargado de simbolismo y poder mágicos. En el Palo Monte, se le considera uno de los ngandos o poderes fundamentales de los nkisis Madre de Agua y Sarabanda—prendas que también son autóctonas de Cuba—y además puede aparecer en algunas firmas emblemáticas de Mamá Chola, Kobayende y Cabo Ronda, pues la serpiente no solo es un símbolo acuático, sino que también está asociada a la medicina y a la justicia.

En las patipembas de los trabajos, la ñoca o flecha serpenteante suele ser el último ideograma y se traza por encima del resto de la firma, indicando la salida o despedida de los nfumbes encargados de llevar la obra a su destino. A esta parte final del ritual se le llama “arrear al muerto” y consiste en colocar fula (pólvora mezclada con ciertos polvos y sustancias) cubriendo el dibujo de la flecha y, a continuación, prendiéndole fuego para detonarla y hacer salir disparados a los nfumbes en dirección a su misión. Aunque la fula también se puede colocar en la flecha tronco, especialmente si la firma no lleva ñoca.

En el diseño de algunas patipembas más enrevesadas, que corresponden a obras más complejas e incluyen la realización de varios trabajos más pequeños y la participación de diversas entidades mágicas y espirituales, como en el caso de las firmas necesarias para llevar a cabo un rayamiento o iniciación, o para montar y consagrar un nuevo fundamento, que abarcan distintos ritos, despojos, mambos (cantos y rezos), oblaciones, etc., es posible detectar más de una ñoca secundaria alrededor de otra flecha serpenteante de mayor tamaño, representando los “arreamientos” previos al último y principal. Sin embargo, no ahondaremos en esas firmas en esta introducción a la gráfica secreta de los muertos, pues pertenecen a un nivel superior.

La estrella o lucero

Dos cruces cruzadas entre sí forman una estrella de ocho puntas, un símbolo que, dependiendo de las circunstancias rituales, puede representar a las estrellas en general o a un astro en concreto, como el Sol o el planeta Venus, excepto la Luna, que posee su propio ideograma.

Cuando se traza en el fondo de la cazuela o caldero de una nueva prenda, el signo de la estrella se llama “firma del sello” y simboliza a Nsambi, el dios Sol que alumbró la creación del universo. Sus rayos se extienden hasta el infinito en las ocho direcciones o puntos cardinales, y su fuerza es esencial para fundamentar todas las ngangas.

Si vemos una sola estrella de ocho puntas dentro de otra firma mayor, por lo general representa a Lucero, el planeta Venus, en relación con el mpungo Nkuyo. Pero si aparecen varias estrellas dentro del dibujo, indican la influencia de otros astros sobre las situaciones y obras presentes. Esto depende de la estación del año, la hora en la que se esté trabajando, o de los mpungus de cabecera del Tata o de la persona a la que se quiere ayudar.

Es importante destacar que a cada mpungu le corresponden uno o varios astros:

- Nkuyo Lucero: el planeta Venus(apodado Lucero del Alba, Lucero Madrugada, Lucero Prima, etc.) y el planeta Mercurio.

- Nsasi Siete Rayos: el planeta Júpiter y el Sol.

- Sarabanda: el planeta Marte y el Sol.

- Watariamba Cabo Ronda: Saturno y Marte.

- Kobayende: Mercurio y Neptuno.

- Tiembla Tierra: Saturno y Venus.

- Kalunga Madre de Agua: la Luna y Neptuno.

- Chola Wengue: Venus y la Luna.

- Mariwanga Centella Ndoki: Marte y Júpiter.


La Luna

Ngonda, la Luna, el planeta mágico por excelencia cuyo poder altera las mareas y el comportamiento de las personas, no se representa con una estrella, ya que posee sus propios ideogramas para reflejar las distintas fases lunares y su influencia sobre nuestro mundo. Además, Ngonda Nkisi es una prenda antigua que se monta con matari de meteorito, al igual que Lucero, pero en versión femenina. Según algunas yayas de la vieja guardia que todavía atesoran su secreto, es considerada su propia hermana pequeña.

 

El triángulo

El triángulo es una figura geométrica de fuerte simbolismo esotérico asociado al elemento fuego que aparece en muchísimas firmas paleras. Cuando lo encontramos con una punta hacia arriba, como una pirámide, suele representar a Nkuyo Lucero y la relación de la tierra con el cielo, de lo material con lo espiritual. Por otro lado, el triángulo invertido indica lo contrario: las influencias del cosmos sobre nuestro planeta, de los mpungus, karires y nfumbes sobre los mortales. También puede simbolizar algunos animales totémicos o de sacrificio, como toros, bueyes, ciervos y cabras.

 

El cuadrado

Las figuras geométricas cuadradas o rectangulares generalmente corresponden al elemento tierra en relación con el aire, como en el caso del mpungu Tiembla Tierra y del avatar o camino de Watariamba llamado Mundo Nuevo (la cárcel). También se emplean para describir la disposición del nso nganga o templo y el amarre de sus cuatro esquinas, así como para señalar otras edificaciones, como locales comerciales, viviendas, iglesias, mercados, hospitales, cementerios, etc.

 

El rombo

El cuadrado invertido, rombo o diamante corresponde al elemento aire y al mpungu Kobayende. Este símbolo también puede aparecer en las firmas de karires, ya que algunos de sus ideogramas contienen dos triángulos. De hecho, muchos paleros consideran a Kobayende como un karire más, ya que gobierna las epidemias, enfermedades y otras plagas fatídicas. Incluso algunos creen que es, junto a Lugambé, Lukankasi y Kadiampembe, uno de los cuatro jinetes del apocalipsis.

Debido a su relación con Kobayende y las fuerzas que gobiernan la salud y la muerte de las personas, el diamante también puede simbolizar o anunciar la muerte o, por el contrario, una salvación casi milagrosa.

Además, muchos paleros emplean el rombo representando al corazón en sus nkangues o amarres de amor y en el dibujo de las firmas para montar y consagrar resguardos de protección y talismanes mágicos, como los nchilas (vocablo congo que significa corazón, poder o amuleto) y los makutos.

Más información sobre el montaje de los resguardos de palo monte en: https://palomontenegro.blogspot.com/2024/07/como-se-monta-un-resguardo-de-palo-monte.html.

 

El remolino

La figura de la espiral o remolino corresponde al elemento aire en relación con el fuego y la tierra, simbolizando fenómenos atmosféricos destructivos como tornados y tormentas de rayos y centellas, y al mpungu Mariwanga-Centella Ndoki. Puede aparecer en sus firmas emblemáticas y en las de sus obras, pero también podemos encontrarla en patipembas de trabajos regidos por otras entidades, representando el concepto de rebambaramba, vira mundo o revolución cuando es preciso enfrentar (la flecha del remolino apunta hacia la derecha) o provocar (la flecha apunta hacia la izquierda) una situación caótica y, a veces, violenta.

 

Los signos de chamalongos

Los signos del Palo Monte corresponden a los innumerables posicionamientos que pueden adoptar cuatro chamalongos al caer sobre la firma del Cuatro Vientos durante una consulta, de los cuales 16 constituyen los signos básicos (ver https://palomontenegro.blogspot.com/2024/07/los-16-signos-basicos-de-chamalongo.html) y el resto sus combinaciones (ver https://palomontenegro.blogspot.com/2023/01/vititi-chamalongo-montenegro-tratado.html).

Cabe destacar que a cada una de las principales entidades paleras—mpungus, nkisis, nkuyos, nfumbes y karires—le corresponde uno o varios de los 16 signos básicos, como se puede apreciar en el gráfico, los cuales a menudo aparecen dentro de sus patipembas emblemáticas y también, por extensión, en las firmas personales de sus “hijos”.

Los signos se pueden anotar dentro de una cruz (visible o imaginaria), ordenados de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, o de forma lineal, ordenados de izquierda a derecha, como se muestra en la imagen.

 

Las firmas básicas

A continuación, veremos una serie de firmas básicas emblemáticas de las principales entidades paleras. Estas patipembas sirven para distinguir los signos de cada mpungu. Están compuestas por un signo básico dentro de una cruz, círculo, triángulo, cuadrado o rombo, según su elemento correspondiente.

Las patipembas de las diversas obras de cada mpungu o nkisi nacen de sus firmas emblemáticas básicas, a las que se van añadiendo nuevos elementos, signos, flechas, ñocas, etc., para reflejar la naturaleza de los trabajos (consultas, limpiezas, sanaciones, abrecaminos, amarres, makumbas, consagraciones, pactos, etc.) y su orientación en el espacio-tiempo, como iremos viendo a continuación.













continuará…

Saludos a todos y que Nsambi acutare!

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sábado, 8 de febrero de 2025

Los Pactos del Palo Monte


En el Palo Monte, un culto mágico-religioso nacido en Cuba y similar al Vudú haitiano y a la Macumba de Brasil, fruto del sincretismo entre diversas religiones y creencias chamánicas africanas y amerindias, así como el catolicismo, el espiritismo y la magia negra europeos, han sobrevivido con bastante fidelidad algunos de los rituales mágicos más antiguos de la humanidad. Estos incluyen los pactos con diversas entidades, como los nfumbes y nkisis (espíritus), y divinidades, como los mpungus y karires (espíritus o fuerzas de la naturaleza), para obtener sus favores a cambio de ciertos sacrificios y ofrendas. Incluso, podemos decir que el tronco principal que estructura la liturgia del Palo Monte, del que crecen sus distintas ramas o reglas, consiste en una serie de pactos con dichas entidades que cada ngueyo o aprendiz debe realizar a lo largo de su evolución como palero.

Pacto Nfumbe

El primer pacto que debe llevar a cabo un palero es el pacto con los muertos, conocido como “rayamiento” o ritual de iniciación. En este ritual, se hacen una serie de cortes en forma de cruz en la piel del neófito, y se introduce en las heridas polvo de los huesos de los nfumbes que habitan en la nganga de su padrino. A continuación, se colocan algodones sobre las cruces para cerrar las heridas; los cuales, una vez secos, se colocan dentro de la nganga para que los nfumbes posean el rastro del ahijado y puedan reconocerlo y localizarlo siempre que sea necesario. De esta forma, mediante el intercambio de restos de huesos y restos de sangre entre difuntos y vivos, queda sellado el pacto con los muertos.

De este pacto se obtiene la protección y el reconocimiento del recién iniciado como nuevo palero por parte de los nfumbes de su padrino. A partir de ahí, el ngueyo tiene derecho a consultarse y a aprender el oficio congo con su Tata, quien también debe entregarle sus primeras prendas básicas correspondientes a su nsila o camino, según su mpungu de cabecera (Nkuyo, Nsasi, Sarabanda, Chola Wengue, Mariwanga, Kalunga, Kobayende, Ngurufinda, etc.). Estas prendas, en este orden, son el makuto, el collar de bandera y el Lucerito o Lucero Guía con su juego de chamalongos.

Pacto Nkisi

Tras culminar su aprendizaje inicial, el cual puede tardar meses o años, dependiendo de la dedicación del ahijado y del celo de su padrino, el ngueyo está listo para pasar al siguiente nivel: convertirse en tata nganga mediante el segundo rayamiento y poder trabajar con una nganga y tener sus propios ahijados. Para esto, recibe de su mentor las siguientes prendas: cuchillo consagrado que le otorga el derecho litúrgico a matar y sacrificar ofrendas vivas, bastón ritual para llamar a los nfumbes y nkisis, y una mpaka gajo de la nganga de su padrino, de la que brotará e irá creciendo su propia nganga.

También es válido recibir una nganga completa con todos los yerros y ngandos, pero es muy costoso y el tiempo que se ahorra en su montaje se pierde en conocimiento, pues se aprende mucho más de mecánica fabricando un motor que comprándolo ya hecho. Por esa razón, hay tantos paleros en el mundo que poseen nganga y trabajan con ella, pero desconocen los rituales de su fabricación, ya que no estuvieron presentes durante la misma, y no saben montar nuevas prendas para sus ahijados.

Pero volviendo al tema de los pactos, para obtener una nganga, ya sea recibiéndola completa o aprendiendo a montarla paso a paso, también es preciso cerrar un trato con una entidad sobrenatural. En este caso, con un nkisi, ser resultante de la fusión entre un nfumbe o difunto y un tótem o espíritu de la naturaleza. Este pacto, al igual que el pacto de muertos, es para toda la vida y más allá, pues establece un vínculo espiritual entre el palero y el nkisi que trasciende la muerte física. El palero jura trabajar en vida para que el nkisi pueda evolucionar espiritualmente y escapar de la oscuridad elevándose hacia la luz divina, y el nkisi, a cambio, se compromete con él a cumplir en la Tierra todas las misiones que le encomiende. Una vez muerto el palero, éste se funde con el nkisi y juntos los tres -tata, nfumbe y mpungu- comparten la misma suerte en el inframundo, con más posibilidades de ascender hacia Dios que por separado.

 Pacto Karire

Por encima de los pactos con nfumbes y nkisis están los pactos Karires, que vienen a ser la versión bantú de los pactos diabólicos de la tradición judeocristiana, pero con la diferencia de que estos misteriosos ritos ya se practicaban en África muchos siglos antes de la aparición en Medio Oriente del dios hebreo Yahveh y del demonio Belial (conocido más tarde como Satanás por los cristianos), negociando con algunas de las entidades espirituales más antiguas y poderosas del universo, como los karires. De hecho, muchos expertos opinan que los dioses actuales, surgidos en la antigüedad, son las mismas divinidades adoradas por los humanos durante milenios de prehistoria, pero con nombres y rasgos distintos que han ido variando a través de los siglos y del devenir de las distintas e incontables civilizaciones y lenguas.

Los pactos con karires pueden hacerse siendo o no palero, por mediación de un Tata Nkisi (palero que ha realizado el tercer rayamiento que da acceso a los tratados secretos que permiten pactar con Karires y fundar su propia rama) experimentado en tratos con estas ancestrales y poderosísimas entidades. Llegado el caso, el ngangulero invocará a los karires en un ritual especial conocido como consulta karire para plantearles la petición del solicitante. Si algún karire se manifiesta durante la consulta y acepta el pacto propuesto, éste debe sellarse rápidamente, antes de dos semanas como mucho, para evitar que el karire se impaciente y dé por roto el pacto, lo cual le daría derecho a cobrarse la deuda con la vida del solicitante o de alguno de sus seres queridos. Por esa razón, es conveniente estar muy seguros de querer hacer el pacto antes de proponérselo a los karires.

Se puede pactar con un karire para casi cualquier cosa, salvo para escapar indefinidamente de la muerte, ya que es posible burlarla durante mucho tiempo, pero tarde o temprano siempre nos alcanza. Se puede pactar con un karire para salvarse de una enfermedad terminal u otra amenaza equivalente; para librarse de la cárcel o de un enemigo; para obtener riquezas, éxito, fama, amor o potencia sexual; y también para conseguir poder terrenal o espiritual, sabiduría, intuición, carisma, dones mágicos, capacidades extrasensoriales, etc. Pero únicamente se puede pedir un deseo en concreto por pacto.

Se pacta con karires cuando todo lo demás falla. Cuando, por ejemplo, los amarres no logran recuperar o dominar el corazón del ser amado, un pacto karire de amor conseguirá cumplir este deseo con rapidez y eficacia. Si los amuletos y obras de abrecaminos no atraen la prosperidad de una persona, un pacto karire de fortuna le abrirá nuevas relaciones y oportunidades que le conducirán con certeza hacia los éxitos y riquezas que tanto ansía. Si las obras de sanación no salvan al paciente, un pacto karire de salud lo hará, y si las makumbas no frenan al enemigo, un pacto karire de poder lo neutralizará para siempre. Y así sucesivamente.

Una vez aceptado el pacto en cuestión, el Tata preparará una mpaka o cuerno con los datos de la persona, la firma y nombre del karire, y una serie de ngandos (sustancias y elementos naturales, como ciertas tierras o rastros, piedras, huesos, plumas, semillas, palos, yerbas, etc.) en su interior, que empleará para sellar el pacto en nombre del solicitante, ya que presenciar este ritual secreto es tabú tanto para los profanos como para los neófitos del Palo Monte.

Concluido con éxito el ritual de sellado, el Tata entregará o hará llegar la mpaka al solicitante del pacto para que lo active derramando un poco de su propia menga (sangre) sobre el espejo que cierra la boca del cuerno, colocado sobre la firma del karire. La persona deberá repetir este ritual de activación todos los años en la misma fecha, hasta que dé por cumplido su deseo y avise al tata para finalizar el trato. Si incumple esta regla por cualquier razón e interrumpe el pacto por su cuenta, sin que el tata realice previamente el correspondiente ritual de cancelación, el karire tendrá derecho a cobrarse la deuda de sangre como estime conveniente.

Los karires son muchos y están por todo el universo dirigiendo las fuerzas que le dan forma y estabilidad a los planetas y galaxias, como la fuerza gravitatoria, la electromagnética y la nuclear, pero solo unos pocos han permanecido hasta nuestros días en la frágil y limitada memoria humana. Ellos son, en lo que al Palo Monte se refiere, Lugambé, Lukankasi, Kadiampembe y Ndoki. Estos karires no son malvados ni están interesados en el alma humana como los demonios judeocristianos, aunque son más poderosos y en ocasiones pueden resultar más terribles que estos, ya que su existencia es muy anterior a la de los dioses locales de nuestro planeta y trasciende el infantil concepto humano del bien y el mal. Poseen el poder de crear y destruir mundos, especies y civilizaciones enteras sin otro criterio que no sea el de llevar a cabo la gran Obra de Dios.

Para los karires, la muerte no existe como fin, sino como reciclaje de la vida, por lo que el bien y el mal tampoco existen para ellos. Todos los dramas humanos—nuestros miedos, ambiciones, deseos, frustraciones y calvarios—son tan intrascendentes para estas inconmensurables entidades como los sueños de los ácaros para nosotros. Sin embargo, los karires se privan por la sangre humana—hay quien dice que los vampiros descienden de ellos y que fueron los primeros dioses, en el tiempo en que los humanos apenas se distinguían de otros animales y ni el propio Nsambi se había dado cuenta de que estábamos desarrollando la consciencia—; manjar espiritual que no apareció en el universo hasta eones más tarde de su creación. La energía que contiene la menga humana es infinitamente más compleja y rica que la energía de los animales, plantas y minerales, pues la mortalidad unida a la consciencia constituye el motor de transmutación de la realidad más poderoso y original surgido de la evolución natural. La especie humana ha evolucionado más en los últimos 3000 años que todo el planeta en trillones de años. Ninguna otra criatura teme a la muerte y ambiciona la eternidad como nosotros, por lo que nuestra sangre sabe a desesperación y a esperanza a la vez; a amor por la vida y a pasión por lo desconocido, al mismo tiempo.

Y esa es—el sabor de nuestra sangre—la única razón por la que los karires acuden a nuestro llamado y sucumben a nuestras peticiones, pese a que las consideren patéticas en su mayoría. Concedernos el deseo de cosas inútiles que no podremos llevarnos a la próxima vida, como la abundancia material, el éxito social, el placer, el amor o la venganza, implica para ellos un esfuerzo mínimo, como el que nos cuesta a nosotros soplar para espantar una mosca; pero el sabor de nuestra menga recompensa con creces desviarse brevemente de su importante labor en el universo para satisfacer nuestras primitivas y egoístas pretensiones mortales.

 Pacto de Sabiduría

El pacto karire más ambicionado por los brujos paleros es el pacto de sabiduría, también conocido como tercer rayamiento. Si el primer rayamiento, el que te convierte en ngueyo, es un pacto con nfumbes, y el segundo rayamiento, el que te convierte en tata nganga, es un pacto con un nkisi, el tercer rayamiento viene a ser un pacto de sabiduría y poder espiritual con un karire que transmuta al tata nganga en tata nkisi, permitiéndole acceder a los secretos más profundos y poderosos del Palo Monte. Estos incluyen los tratados que sirven para montar los famosos muñecos brujos llamados kini-kines o chicherekús, que permiten fundar una nueva rama o potencia muertera, o realizar pactos con karires, entre otros dones y honores.

Un tata nganga normal puede ejercer el oficio congo, consultar, hacer trabajos, rayar, tener ahijados y montar y entregar prendas. Pero solo un tata nkisi posee el derecho y el poder suficiente para tratar y pactar con los karires, oficiar terceros rayamientos, crear nuevas prendas y firmas, y fundar nuevas ramas y liturgias paleras. Sin embargo, es importante advertir que, después de que alguien realiza el pacto de sabiduría, ya sea directamente o por mediación de su padrino, no puede hacer más tratos con karires para sí mismo. Tras el tercer rayamiento, un tata nkisi puede cerrar nuevos pactos para otras personas, ahijados o clientes, pero no para beneficio propio.

Y es que la sabiduría es el bien máximo, por encima de cualquier otro poder, riqueza, placer o triunfos terrenales, ya que constituye el conocimiento práctico de las leyes espirituales que rigen secretamente la realidad material que nos envuelve y limita, brindándonos la oportunidad de liberarnos de todos nuestros miedos y encontrar, por fin, más allá de la carne, el reino de Dios.

Quien hace el pacto de sabiduría ya no sueña con amores y glorias, ni ambiciona riquezas ni se preocupa por la suerte del mundo ni por su propia salud física, pues al enfocarse de lleno en conseguir que su consciencia acompañe a su espíritu cuando este abandone su cuerpo y el mundo para, de esa manera, trascender conscientemente la muerte y conservar los recuerdos de su ego en el más allá, la cantidad de energía que se ahorra y se concentra en su ser, habitualmente desperdiciada en satisfacer o resolver instintos viscerales, conflictos emocionales y deseos egoístas, es tan grande e intensa que su salud siempre es buena y el amor, el dinero y el reconocimiento social llegan por sí solos a su vida, atraídos como las olas a la orilla por su inmenso poder.

Saludos a todos y que Nsambi acutare!

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