Los pactos con el Diablo y otros demonios y entidades oscuras, como los Karires del Palo Monte, existen desde la antiguedad. Se sabe que en Babilonia, Caldea, Grecia y en el Antiguo Egipto ya se usaban fórmulas mágicas para contactar con las fuerzas oscuras y obtener sus favores a cambio de diferentes tipos de sacrificios y promesas que la persona debía cumplir. Estos conocimientos pasaron a los judíos durante su estancia en Egipto y se fueron mezclando y transformando con sus propias creencias a lo largo de los años. Uno de los tratados mágicos más importantes dónde se trata el tema de los pactos y tratos con demonios es el famoso grimorio La Clavícula de Salomón, escrito por Salomón, rey de Israel, como herencia mágica para su hijo Roboam, rey de Judá. Pese a la gran devoción de los judíos por Dios y sus leyes, es evidente que los grandes hombres de ese pueblo, como Moisés y Aharon -La Mónada o Libro Octavo de Moisés- fueron también poderosos magos y brujos que no dudaron en echar mano de las prácticas más oscuras para liberar a su pueblo de diferentes opresores y cimentar su propio poder. Al parecer, el judaísmo siempre tuvo dos caras: una pública, moralista y respetuosa de Dios para el pueblo, y otra secreta y oscura a la que solo tenían acceso los reyes, patriarcas y grandes sacerdotes.

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San Luis Beltrán |
En las antiguas culturas mesopotámicas, griegas, egipcias, romanas, hinduistas, shamánicas, taoístas, australianas, precolombinas y, por su puesto, en las africanas, tanto las divinidades benignas como las malignas son aceptadas como elementos imprescindibles de la realidad, de la naturaleza humana y del equilibrio universal, y empleadas sin prejuicios según las circunstancias y necesidades.
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Torturas de la Santa Inquisición |
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Muerte en la Hoguera |
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Patipembas: firmas o dibujos del Palo Monte |
Hasta los científicos saben que toda energía tiene dos polos, uno positivo y otro negativo y que ambos son imprescindibles para la existencia. Si no existiera la enfermedad, el deterioro y la muerte, la vida sería imposible, porque sin muertos no habría abono para las plantas; que son las que fabrican el oxígeno y los frutos necesarios para la vida. Si nadie muriera, no quedaría espacio ni recursos en el mundo para los jóvenes y, por tanto, la humanidad no podría evolucionar y colapsaría.
En el inicio de la existencia, momento al que los científicos llaman Big Bang o gran explosión, la energía primigenia o Dios Creador, a la que los bakongos y paleros llamamos Nsambi, despertó del infinito sueño de la Nada y sintió una gran soledad y tristeza en medio de tanto vacío y oscuridad. Por esa causa deseó con todas sus fuerzas tener compañía y para lograrlo se dividió en incontables fragmentos y dotó a cada uno de libre albedrío y parte de su poder. Esos primeros seres o ángeles fueron los Karires, los encargados de crear las estrellas y galaxias que iluminan el universo; la Gran Obra de Dios.
A lo que las tradiciones judeocristiana y musulmana llaman diablos o demonios, no son realmente ángeles que se rebelaron contra Dios y que fueron castigados por éste, sino Karires de polaridad negativa; fuerzas destructoras que existen en la naturaleza para moldearla con el fuego divino, fundiendo el plasma original y entrechocando violentamente las partículas resultantes para obtener materia y nuevas sustancias; de igual forma que los herreros funden los minerales para obtener metales y luego los golpean sin piedad con sus martillos hasta sacarles formas de herramientas, armas y utensilios. Los Karires no son malos ni buenos y su energía divina permanece en las estrellas y planetas y puede ser invocada y empleada por los humanos, tanto para hacer el mal como para hacer el bien.
Les explico esto para que entiendan porqué, pese a que las religiones judeo cristiana y musulmana afirman que el uso y trato con fuerzas destructoras es pecado y condena el alma, tantas personas siguen practicando las artes esotéricas desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días. La razón es que, en realidad, no existe el pecado ni la condena del alma fuera de la imaginación humana y se pueden usar esas fuerzas sin mayor peligro que el que puede tener usar el fuego o la electricidad. Si se toman las medidas convenientes y se conoce a fondo la naturaleza de estas fuerzas, se puede hacer uso de ellas sin peligro para nosotros.
En el Palo Monte afrocubano, como en el Vudú afrohaitíano, se practican desde siempre los pactos con fuerzas oscuras o karires, sin que por ello el alma de sus practicantes se consuma en el infierno. El propio Rayamiento -ritual de iniciación en el Palo Monte- es un pacto con fuerzas del más allá, y para montar una Nganga o Nkisi hay que ir al cementerio y hacer un trato con el espíritu de un difunto. Ambas cosas constituyen pactos con fuerzas oscuras de la naturaleza, pero no por ello menos divinas. Para sobrevivir en el mundo hay que echar mano tanto de las fuerzas positivas, como de las negativas. Por medio de las primeras podemos sanar, curar, armonizar, aplacar, despojar, abrir caminos, etc; y por medio de las segundas podemos protegernos de nuestros enemigos y transformar la realidad a nuestro favor; al igual que hacen los animales cuando emplean sus garras y colmillos para cazar o defenderse.
En los pactos con Karires; como Ndoki, Lugambé, Kadiampemba y Lukankasi, que son los más recurridos en el Palo Monte; no se entrega el alma como pago a cambio de su favores. El pago se hace con ofrendas de sangre humana. Estos pactos no los puede realizar cualquier persona. Únicamente un verdadero brujo, con el poder y la experiencia necesarios para manejar a un Karire sin detrimento para su vida, puede llevarlos a cabo.
Es imprescindible trazar círculos protectores entorno al brujo y a las personas que quieren realizar un pacto, y fuera de los círculos las patipembas -firmas o dibujos simbólicos- que identifican a los Karires que se desea invocar y las correspondientes al tipo de pacto que se desea sellar -existen distintos tipo de pactos para obtener fama, fortuna, magnetismo y potencia sexual, poder político o militar, burlar a la muerte, sabiduría, etc- para ejecutar el ritual con éxito y seguridad.
También es necesario quemar una mezcla de yerbas, palos y otras sustancias secretas para que el humo resultante, abundante y espeso, sirva de cuerpo o vehículo para que la entidad invocada pueda manifestarse; ya que los Karires son entidades demasiado poderosas y no pueden “montar” -posesión o trance mediúmnico- a una persona sin peligro para su vida, como hacen los espíritus de difuntos, Nkisis y Mpungus.
Cuando el Karire invocado "baja", el humo cobra formas antropomórficas que recuerdan a seres medio humanos, medio animales -de ahí las populares imágenes del Diablo y otros demonios como seres con partes humanas y de becerros, murciélagos, serpientes y otras bestias- que se agitan dentro del círculo, desprendiendo intensos olores y cambiando drásticamente la temperatura, de manera sobrenatural.
Cuando el brujo ve estas formas, por las que identifica a la entidad correcta, comienza a hablarle a al Karire mediante palabras y fórmulas mágicas que también se atesoran con sumo secreto. A su vez, el Karire manifestado responde al brujo con una voz torpe y ruda que éste escucha dentro de su cabeza; ya que el humo, a diferencia del cuerpo de un médium, no posee cuerdas vocales con las que emitir sonidos perceptibles por el oído humano.
Hoy en día, con los avances científicos y tecnológicos de que disponemos, ya no es preciso buscar ayuda espiritual para conseguir buenas cosechas y curar epidemias, y por eso los sacrificios humanos han desaparecido casi por completo; pero aún continuamos ofrendando un poco de nuestra sangre para negociar pactos individuales con los Karires.
El pago en sangre que se ofrece a los Karires como Lugambé, Lukankasi y Kadiampemba por un pacto individual para convertirse en una persona rica, famosa, exitosa, poderosa, con un gran atractivo sexual o una larga vida, debe repetirse cada año en la misma fecha, hasta que la persona muera o el brujo desactive el pacto con la debida ceremonia. En caso de que el favorecido incumpla el trato y no alimente a tiempo al Karire, éste se cobrará la deuda de sangre como estime conveniente; provocando sangrientos accidentes, crímenes o suicidios de un familiar o ser querido del pactante; como recordatorio de los términos del trato. Pero mientras la persona cumpla su parte del pacto no tiene nada que temer y, por el contrario, contará con la protección y apoyo del Karire; especialmente en lo referente al deseo pactado.
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Pacto entre un demonio y un obispo católico. |
A lo que las tradiciones judeocristiana y musulmana llaman diablos o demonios, no son realmente ángeles que se rebelaron contra Dios y que fueron castigados por éste, sino Karires de polaridad negativa; fuerzas destructoras que existen en la naturaleza para moldearla con el fuego divino, fundiendo el plasma original y entrechocando violentamente las partículas resultantes para obtener materia y nuevas sustancias; de igual forma que los herreros funden los minerales para obtener metales y luego los golpean sin piedad con sus martillos hasta sacarles formas de herramientas, armas y utensilios. Los Karires no son malos ni buenos y su energía divina permanece en las estrellas y planetas y puede ser invocada y empleada por los humanos, tanto para hacer el mal como para hacer el bien.
Les explico esto para que entiendan porqué, pese a que las religiones judeo cristiana y musulmana afirman que el uso y trato con fuerzas destructoras es pecado y condena el alma, tantas personas siguen practicando las artes esotéricas desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días. La razón es que, en realidad, no existe el pecado ni la condena del alma fuera de la imaginación humana y se pueden usar esas fuerzas sin mayor peligro que el que puede tener usar el fuego o la electricidad. Si se toman las medidas convenientes y se conoce a fondo la naturaleza de estas fuerzas, se puede hacer uso de ellas sin peligro para nosotros.
En el Palo Monte afrocubano, como en el Vudú afrohaitíano, se practican desde siempre los pactos con fuerzas oscuras o karires, sin que por ello el alma de sus practicantes se consuma en el infierno. El propio Rayamiento -ritual de iniciación en el Palo Monte- es un pacto con fuerzas del más allá, y para montar una Nganga o Nkisi hay que ir al cementerio y hacer un trato con el espíritu de un difunto. Ambas cosas constituyen pactos con fuerzas oscuras de la naturaleza, pero no por ello menos divinas. Para sobrevivir en el mundo hay que echar mano tanto de las fuerzas positivas, como de las negativas. Por medio de las primeras podemos sanar, curar, armonizar, aplacar, despojar, abrir caminos, etc; y por medio de las segundas podemos protegernos de nuestros enemigos y transformar la realidad a nuestro favor; al igual que hacen los animales cuando emplean sus garras y colmillos para cazar o defenderse.
En los pactos con Karires; como Ndoki, Lugambé, Kadiampemba y Lukankasi, que son los más recurridos en el Palo Monte; no se entrega el alma como pago a cambio de su favores. El pago se hace con ofrendas de sangre humana. Estos pactos no los puede realizar cualquier persona. Únicamente un verdadero brujo, con el poder y la experiencia necesarios para manejar a un Karire sin detrimento para su vida, puede llevarlos a cabo.
Es imprescindible trazar círculos protectores entorno al brujo y a las personas que quieren realizar un pacto, y fuera de los círculos las patipembas -firmas o dibujos simbólicos- que identifican a los Karires que se desea invocar y las correspondientes al tipo de pacto que se desea sellar -existen distintos tipo de pactos para obtener fama, fortuna, magnetismo y potencia sexual, poder político o militar, burlar a la muerte, sabiduría, etc- para ejecutar el ritual con éxito y seguridad.
También es necesario quemar una mezcla de yerbas, palos y otras sustancias secretas para que el humo resultante, abundante y espeso, sirva de cuerpo o vehículo para que la entidad invocada pueda manifestarse; ya que los Karires son entidades demasiado poderosas y no pueden “montar” -posesión o trance mediúmnico- a una persona sin peligro para su vida, como hacen los espíritus de difuntos, Nkisis y Mpungus.
Cuando el Karire invocado "baja", el humo cobra formas antropomórficas que recuerdan a seres medio humanos, medio animales -de ahí las populares imágenes del Diablo y otros demonios como seres con partes humanas y de becerros, murciélagos, serpientes y otras bestias- que se agitan dentro del círculo, desprendiendo intensos olores y cambiando drásticamente la temperatura, de manera sobrenatural.
Cuando el brujo ve estas formas, por las que identifica a la entidad correcta, comienza a hablarle a al Karire mediante palabras y fórmulas mágicas que también se atesoran con sumo secreto. A su vez, el Karire manifestado responde al brujo con una voz torpe y ruda que éste escucha dentro de su cabeza; ya que el humo, a diferencia del cuerpo de un médium, no posee cuerdas vocales con las que emitir sonidos perceptibles por el oído humano.
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Mago en un círculo mágico tratando con un demonio. |
A los Karires les encanta la menga -sangre humana- o, mejor dicho, la energía vital que ésta contiene; ya que es la sustancia espiritual más sofisticada de toda la Creación de Nsambi; y por esa razón es imprescindible ofrendarles unas cuantas gotas, al menos, para conseguir su favor. Sin embargo, para realizar un pacto colectivo, que beneficie a muchas personas a la vez; como los pactos para proteger a un pueblo entero, ganar una guerra, alejar plagas, curar epidemias, hacer llover, dar buenas cosechas, etc; que se realizaban en la prehistoria y en la antiguedad; resulta perentorio el sacrificio de una o más vidas humanas. Esa es la razón por la que la mayoría de las víctimas de dichos holocaustos se ofrecían voluntariamente o aceptaban su destino con sumisión, porque sabían que su sacrificio era por el bien de todo su pueblo.
Hoy en día, con los avances científicos y tecnológicos de que disponemos, ya no es preciso buscar ayuda espiritual para conseguir buenas cosechas y curar epidemias, y por eso los sacrificios humanos han desaparecido casi por completo; pero aún continuamos ofrendando un poco de nuestra sangre para negociar pactos individuales con los Karires.
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Sacrificio humano azteca |
Si el deseo solicitado es escapar de la muerte por una enfermedad incurable como el cáncer, por ejemplo, el enfermo comenzará a sentirse mejor a las dos o tres semanas de activado el pacto y en pocos meses se habrá recuperado por completo; aunque los médicos hayan dado su caso por perdido. Si el pacto es de Fortuna, se empezarán a notar resultados desde los primeros días y las ganancias irán aumentando exponencialmente, siempre que la persona apueste o invierta su dinero. Mientras más se esfuerce en ganar dinero más rápido crecerá su fortuna, y en dos o tres años será alguien realmente rico. Lo mismo ocurre con los pactos de fama, éxito y poder. Si el individuo no hace nada el Karire poco podrá ayudarle, pero si se centra y afana en su trabajo u objetivo los resultados no se harán esperar mucho. Las personas que gozan de una suerte sorprendente y se convierten en poco tiempo en millonarios, estrellas famosas, políticos de gran popularidad, campeones deportivos o generales imbatibles, a menudo es porque han cerrado un pacto con un Karire.
Cuando los Karires aceptan a una persona, ésta puede realizar cuantos pactos desee. Incluso se pueden sellar pactos a distancia cuando el sujeto se encuentra lejos del brujo, ya que éste puede cerrar el pacto con el Karire en su nombre y enviárselo guardado en una mpaka -cuerno de cabra, toro, buey, etc; que contiene una carga mágica- para que se active al recibirlo.
El único pacto que es incompatible con otros es el pacto de sabiduría o poder mágico. Si una persona hace este pacto no puede realizar ningún otro después, y si ya ha realizado un pacto de fortuna, amor, fama, etc; con anterioridad, los Karires no le permitirán llevar a cabo el pacto de sabiduría. Ese es el precio del conocimiento mágico.
Saludos a todos y que Nsambi les acutare.