martes, 8 de agosto de 2023

Cómo Atrapar un Espíritu con Lucero Prima


“Padrino, padrino, enséñeme una firmita para embotellar a un nfumbe…” 

Aunque ya he tratado el tema de la captura de espíritus de forma general en los posts sobre la regla del buey suelto, sigue despertando gran interés en los lectores; por lo que voy a enseñarles algunas obras clásicas de Palo Monte que persiguen ese objetivo con una patipemba y una botella. 

En esta primera parte veremos dos trabajos con la firma de Lucero Prima. El primero sirve para quitarle de encima un ndoki o muerto oscuro a una persona, atrapándolo en una botella; mientras que el segundo permite pactar con un nfumbe en el cementerio y llevárselo a casa en una botella. 

La firma de Lucero Prima es antigua y totalmente “judía”, pues no representa a ningún mpungu o santo, sino al planeta Venus cuando es visible en la madrugada y su energía mágica o misterio ha sido -y sigue siendo- empleada por chamanes y brujos de todo el mundo desde los tiempos prehistóricos, tanto para bueno -curar, quitar maldiciones, abrir caminos, etc- como para malo -enfermar, dañar, arruinar, etc-; así como para -en el caso de los brujos congos y nganguleros actuales- fundamentar el nkisi o prenda del mismo nombre; cuyo sincretismo con Nkuyo, Cuatro Vientos y el orisha yoruba Eleggua -también se le relaciona con el Santo Niño de Atocha católico y con el ángel caído Lucifer- es un fenómeno reciente -en comparación-; sucedido en Cuba entre finales del siglo 19 y las primeras décadas del 20.  

Para quitar una maldición o trabajo ndoki con Lucero Prima se prepara una botella con tres o cuatro dedos de malafo o aguardiente de caña, miel de abejas, miel de caña y un poco de menga o sangre de un gallo negro sacrificado a la nganga -tras despojar con el ave a la persona afectada y rociarla con malafo y nsunga- y se le introduce un papel de estraza rectangular y alargado con su firma dibujada con grafito -por un lado bocarriba y por el otro bocabajo-, como se muestra en la imagen. En otra variante se pinta la firma sobre la botella, pero es más difícil dibujar sobre el cristal y se pierden detalles, por lo que -en mi experiencia- tiene mejores resultados hacer la patipemba en papel y meterla dentro de la botella. 

Después se llena la botella de nsunga o humo de tabaco, se cierra y la pasamos por todo el cuerpo de la persona -de pie en el centro de un grueso círculo de yeso o tiza blanca con fula, rodeado e iluminado por siete o trece velas blancas-; empezando por la cabeza y bajando hasta los pies; mientras ésta va girando en sentido contrario a las manecillas del reloj y cantamos el siguiente mambo -también funciona muy bien con la oración a San Luis Beltran-: 

Barre paquí Lucero Prima 
Barre pallá Lucero nfumbe 
Barre paquí Lucero Prima 
Barre pallá Lucero ndoki 

Salte de ahí nfumbe malo 
Métete aquí ndoki oscuro 
Salte de ahí Lucero quema 
Métete aquí está más bueno. 

Repetimos las estrofas hasta que llegamos a los pies de la persona y, rápidamente, hacemos estallar la fula del círculo con un puro o una vela. Entonces miramos la botella y si el humo ha desaparecido de su interior significa que hemos atrapado al ndoki y que la persona ya se encuentra limpia y fuera de peligro. 

La misma firma de Lucero Prima sirve para llevarnos un nfumbe del cementerio en una botella -para fundamentar una prenda o arrearlo contra algún enemigo- cuando no es posible desenterrar el ataúd y extraer los huesos-, trazándola sobre la lápida de alguien que no lleve más de 21 días fallecido y cuyos datos conozcamos, durante la madrugada de viernes para sábado y preferiblemente en luna llena o menguante. Demás está decir que el muerto debe reunir ciertas características para servir como nfumbe principal de una nganga -como haber sido alguien poderoso en vida o muy fuerte y bravo; hombre para la nganga de un Tata y mujer para la prenda de una Yayi- o para servir como ndoki contra el enemigo; en cuyo caso se precisa que el espíritu haya pertenecido a un asesino o loco violento, o a un individuo fallecido violenta y horriblemente. 

Es recomendable dibujar la patipemba primero con grafito negro y luego cubrirla con yeso en polvo, que llevaremos preparado en un frasco, pues si la losa está húmeda o sucia resultará muy difícil dibujar con tiza en su superficie. Esto debe hacerse a la luz de una vela, aunque la noche sea clara, para indicarle el camino al espíritu; quien todavía no ha tenido tiempo suficiente para acostumbrarse a su nueva existencia descarnada y aún se halla perdido en las tinieblas del plano astral. 

Después de rociar la losa con nsunga y malafo colocamos 7 montoncitos de fula sobre la flecha central de la firma y los cubrimos con chamalongos -conchas marinas así llamadas en dialecto congo- para evitar que el viento los borre. 

Aquí debo hacer un paréntesis y un poco de historia sobre los chamalongos y la fula; sustancia ésta cuyo empleo en la liturgia palera constituyó, junto a la mpaka vititi mensu, su sistema adivinatorio original y característico durante cientos de años hasta 1960, cuando el gobierno castrista prohibió la religión y penalizó drásticamente la venta y uso de pólvora en toda la isla. Hasta ese momento los nganguleros utilizaban los chamalongos como elementos auxiliares de la adivinación con fula y no como un oráculo en sí. Con las conchas protegían la fula de los elementos durante los rituales al aire libre o -en otro sistema- se observaba la posición que adoptaban al caer tras hacer explotar la pólvora. Si caían más chamalongos bocarriba que bocabajo -cuatro de siete, por ejemplo- la respuesta era afirmativa; de lo contrario era negativa o mala noticia; y cuando alguna concha se rompía por la explosión indicaba sangre o muerte; pero siempre consideraban a la fula y no a los chamalongos el vehículo sagrado a través del cual hablaban los espíritus. 

No fue hasta que se prohibió la pólvora en Cuba que los paleros empezaron a consultar con los chamalongos. Algunos tatas lo hacían con siete chamalongos y otros con cuatro, al estilo yoruba de los cuatro cocos; que es el sistema más utilizado actualmente; al menos en las consultas, porque si bien funciona en los registros, no sirve para arrear nfumbes ni para capturarlos o pactar con ellos en camposanto; por lo que el conocimiento de estos viejos rituales congos -la profanación de tumbas también está penada por la ley en Cuba y en muchos países- se ha tenido que conservar y transmitir en el mayor de los secretos durante décadas. 

Pero volviendo a la lápida, después de colocar las siete pilitas de fula sobre la flecha central y cubrirlas con los chamalongos, cogemos una botella con tres o cuatro dedos de malafo, miel de abejas, miel de caña y menga de un gallo negro -que sacrificaremos en el lugar o, si no es posible, en la nganga antes de salir para el cementerio-; la llenamos de humo de tabaco y la ponemos sobre la punta de la flecha, junto a la vela, como se ve en la imagen. A continuación invocamos al difunto por su nombre y le explicamos quiénes somos y qué queremos; que en este caso es que se meta en la botella y se vaya con nosotros. A cambio de su trabajo se le ofrece materia -menga, malafo, nsunga- para fortalecerlo y la oportunidad de intervenir en los asuntos de los vivos, cuidar de sus seres queridos y redimir sus pecados y, de ese modo, evolucionar espiritualmente para que, al morir su Tata, puedan ascender juntos hacia el reino de Nsambi. 

Una vez expuestos los términos del pacto, preguntamos al nfumbe si acepta o no e inmediatamente hacemos estallar la fula acercando un puro encendido al primer montoncito, en la base de la flecha central. Si tras disiparse el humo de la explosión vemos que han quedado cuatro o más chamalongos bocarriba, significa que su respuesta es afirmativa y que ya se encuentra dentro de la botella; lo cual podremos confirmar si observamos que ha desaparecido el humo de tabaco que estaba atrapado en su interior. En el caso de que la respuesta del espíritu sea negativa o poco firme, seguiremos negociando con él y mejorando el trato hasta que acepte. Únicamente si caen todas las conchas bocabajo desistiremos de convencer al nfumbe y, en dicha tesitura, lo más aconsejable sería que salgamos corriendo de allí como alma que lleva el diablo, porque probablemente quien respondió fue un karire o el propio Lucifer.

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